EL TOTUMO DE LA 79B (10)
Hace 5 días pasaba por ahí a visitar a mi hermano quien vive
del otro lado del arroyo, por aquí pasábamos todos cuando no habían canalizado
y era un camino de rocas y aguas negras.
El Totumo estaba ahí, de esto hace más de 30 años, nos
acostumbramos a verlo, a respetarlo, a querer ese lugar que se ganó a pulso y
lo hizo fuerte.
Estoy segura de que muchas personas utilizaron sus frutos y
sus hojas para algún remedio; alivió algo más que el fuerte sol de la tarde,
alguna pareja inició ahí su romance; un vagabundo hizo estación, un perro
sintió su abrigo, un ave armó un nido, un sinsonte cantó…
Pero hace 2 días todo cambió; un tipo de la otra esquina
decidió derribarlo sin hacer preguntas; para él todo son respuestas groseras y
ásperas, no quería ver a ese árbol en ese sitio, ni siquiera estaba plantado en
su casa sino en el sendero del arroyo, no tenía ningún derecho, pero se tomó
todos los derechos y atributos. Dice que había mucho marihuanero, ¡qué va!,
drogado de odio debía estar en el momento que tomó tan fea decisión, y nos dejó
sin el árbol que por más de 30 años adornó ese espacio de manera tan perfecta y
que por cosas de la vida, ese día fue
bendecido por un hermoso arco
iris. Preciso ésta semana sucede, y
desde allá tomaron ésta fotografía para el recuerdo, se ven sus pequeñas ramas
asomar, como pidiendo permiso para un recuerdo.
¡Esto no puede seguir ocurriendo!, tenemos que proteger a la
naturaleza, sembrar y sembrar árboles. En este círculo de la vida, la
naturaleza nos cobra, tal vez alguna brisa fuerte pasaba por ahí, y el señor
árbol detenía su furor.
Después no digan: ¿Qué hice mal en la vida?, no sólo matamos
animales para comer, asesinamos árboles y nos sentimos orondos y orgullosos por
lo que hacemos.
Mi cuñada me trajo la noticia, estaba muy enojada, era parte
de ese mismo paisaje donde pasábamos con nuestros hijos pequeños, el árbol a
donde llegaban los canarios y cantaban. El recuerdo de su muchacho grande y
bello se ha ido junto a los sueños de la mañana, por aquí me senté alguna vez a
contar sus flores y una de sus campanas blancas tocó en el funeral de una reina.
¡Qué vergüenza! Pero nada pasará… nadie dirá nada porque así
somos, cómplices y alcahuetes, ¡pero que pode mi árbol!, ahí si vienen los
corruptos a cobrar multa, para eso se inventan vainas dizque para proteger la
naturaleza, luego se convierte en negocio y se pagan tres pesos. Ellos mismos
vienen con sus dragones y en menos de lo que canta un gallo, el árbol no
existe, lo vuelven picadillo con demasiada velocidad. ¿Esto es proteger a la
naturaleza? ¿Para esto se inventan leyes de protección si los corruptos no
hacen bien la tarea?
Raquel Rueda Bohórquez
22 7 16
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