PROPÓSITO (18)
Asomarnos al mundo cada mañana;
Adivinar el cortejo de las flores
Y el ánimo de los colibríes hacia sus amores...
¿Para qué buscar la felicidad en donde no hay amor?
Decidí entregar mi cariño a las flores,
A los perros que me acompañan;
A las gentes que deciden caminar conmigo
Hacia el mismo fin de bosques verdes
Y dulces remembranzas.
Escuchar música española de cuerda, guitarras colombianas,
Cortázar, Beethoven, mi hijo, el mirlo libre en un árbol;
El ave ejerciendo poder en el rincón de un encino,
Y sentirme feliz por
lo hallado
Y plena con lo vivido.
Aprender a bailar flamenco
Ahora que tengo maestros,
Sin importar que las rodillas duelan
Y el corazón se agite.
Seguir componiendo a un amor de mentiras.
De tanto repetir, llegará un día
Montado en caballo blanco,
Con los brazos cargados de gardenias.
Luego leer el libro de mi pasado,
Recordar todo lo amado,
Y lo que me hizo endurecer el rostro.
Nada volverá a su lugar, ni las aguas del mar,
Porque siempre habrá un cambio de estación
Y una lágrima rodando ladera abajo.
Recordar los ojos de mis viejos,
Sus manos cansadas;
Los sueños que jamás alcanzaron;
Sus miradas…
Y saber que entre tantas ansias
Se quedaron abrazados para siempre,
En la misma montañita con sus compadres;
Ahí se les dio la oportunidad de volar
Con otras alas hacia otro estado de silencios.
Raquel Rueda Bohórquez
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