CULPAS (51)
Ese día la cobra sedujo al ave.
Sintió una espada en el corazón,
Aleteó dentro de su boca, /fue un intento,
Después de todo, estaba desprevenida
Al auxilio del cielo
Quien en un instante la deslumbró.
¿Tuvo acaso la víbora culpa de sus hambres?
El ave tampoco fue responsable,
Era el destino quien había puesto una trampa en su camino...
Calmada el hambre
Se enroscó sobre sí;
Durmió bajo la roca por mucho tiempo,
Hasta que sintió cierto acoso
Que la hizo mover con inquietud,
Cuando la tibieza de otro pájaro la invitó a vivir.
¿A quién culpamos de nuestra desdicha?
El ave ni se enteró,
Estaba muy asustada,
Pero igual, continuó volando...
La víbora nada maquinó;
Tenía que sobrevivir
Con el vicio que le tocó.
Raquel Rueda Bohórquez
.3 6 16
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