148 EN KENIA 49 (11)
No se trata del número de muertos, /dicen las noticias, sino
de la locura que está desatada y se llama: odio e indiferencia.
¿Qué se puede decir ante esto?
Soy una madre asustada, no deseo nietos, éste es el mayor
motivo de angustia, no quiero que nazcan en un mundo donde el ser humano dejó
de serlo, para convertirse en un depredador peligroso, ¡y eso que culpaban a
los tigres y a los caimanes, a las serpientes y a los alacranes!
¡No quiero ser abuela! y el cielo sabe mis razones; no deseo
niños que se crezcan como yo, viendo sangre, abusos, odio, envidia y cobardía,
en un paraíso que matamos poco a poco, con lo que contiene.
¿Para qué traer hijos al mundo, para que los asesinen en
plena juventud y quedemos las madres muriendo lentamente de dolor?
¡Lo siento!, debo compartir no solo flores y paisajes, la
realidad es otra, es muy cruda y ellos son seres humanos como nosotros.
Le ponemos color a los muertos, marcamos el brillo del
cabello: rubio, negro, ensortijado, ¿cuál tiene más valor?, ¿qué somos nosotros?,
decimos blancos, negros, maricas, lesbianas, viejas, putas, señalamos a la
gente: rica, pobre, miserable, desechable y sólo somos infelices mortales.
¡Nadie ni con todo su
dinero se salvará de la muerte!, ¿entonces?, viéndolo de ésta manera, me tomaré
otro café, porque quiero alargar mi vida hoy, no deseo dormir, porque dormir es
morir de a trocitos y aquí nadie me puede insultar, porque enseguida eliminan
su comentario.
Amo mi página, es lo único que poseo, mis bienes se han ido
poco a poco, y mis ganas de seguir luchando continúan hasta ese hálito final,
en que pueda darte un beso y morder hasta tu alma.
Raquel Rueda Bohórquez
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