UNA ESQUINA (68)
Ha quedado el sorbo amargo de mi ausencia, 
Porque cuando estuve presente, 
Fui la espina que a tus zapatos tallaba.
Por eso ahora
Has de sacudirte de mí, 
En tanto continuaré 
De rosa por aquí.
Nada será suficiente;
La cobardía es la anaconda 
Que se enreda en el cuello 
Y no permite gritar, 
Ni siquiera mover nuestras alas al viento 
Para intentar ese, 
"yo también te quiero".
Ha quedado en mí el tallo, 
En el último cuadro de la casa. 
Fresca lluvia moja siempre al verte, 
Más para ti no soy nada, 
Ni siquiera merezco una mirada;
No soy hoja seca ni verde.
¡Qué preciosas brotan las moringas! 
Casi me pierdo de ellas, 
Menos mal había marcado con tu nombre mis tristezas. 
Ellas aliviarán luego otros dolores 
Que vuelven los rostros pálidos 
Y blancas las cejas.
Ha quedado de mí un poema
Para las gentes que vendrán, 
Si acaso desean saber que por ahí 
En un rincón, 
En un cuadrito de mi casa vieja, 
Viví
Existí 
Me fui...
Raquel Rueda Bohórquez 
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