SIN COMPROMISO (99)
No importa cuántos desinfectantes usemos en la puerta, ni
todo lo que aparentemos ante los demás de limpios por fuera, si por dentro
somos un asco de personas.
La situación se está
poniendo gris en mi país. Recuerdo unas épocas horrendas; que el Señor nos
proteja de esas brisas que vienen contaminadas por el hombre, de la gente que
arroja su basura a los arroyos para que el río tenga que tragar sus
inmundicias.
No es justo que tratemos así a nuestro amado río y mar, nos
falta apropiarnos de ésta hermosa ciudad, entre todos podemos hacer de ésta
tierra un paraíso, si respetamos cada árbol, cada ser vivo y cada hoja en el
camino.
Siento mucha pena por el Río Magdalena, y con rima, quiero
hacer un llamado a ésta sociedad injusta, somos nosotros los propiciadores de
tanto mal, si cada uno actuara el bien. Hay demasiadas maneras de hacerlo,
ellas se muestran cada segundo ante nuestros ojos, manifestándonos, enseñando,
regañando, no sé, voy por los canales para que el agua lluvia pase, y siempre,
a pesar de que la empresa recolectora limpia, la gente otra vez arroja sus
porquerías ahí, muebles viejos, colchones, plásticos, etc. etc., es aterrador
pensar que todo esto va al río y luego se juntará con el mar en Bocas de Ceniza
en un recorrido lleno de corrupción y dolor.
Luego vienen los
otros corruptos, los hay en todo lado, los que se aprovechan de las
partidas que se envían a cada pueblo para hacer obras, y terminan estos dineros
engrosando las cuentas de ahorro y corriente de los vagabundos que desangran a
nuestro país.
Imágenes de mujeres repartiendo miserias a los niños, cuando
han dado las partidas correspondientes, pero nada les importa la vida ni el
hambre ajena mientras tienen sus grandes buches de pavos a punto de explotar,
sino untarse del mismo cáncer que está destruyendo a nuestra sociedad: la
corrupción. Ahora pienso que no soy colombiana, mi país está vendido, las
montañas le pertenecen a empresas extranjeras que explotan nuestros minerales y
acaban con nuestros ríos y quebradas, contaminan el ambiente y acaban con los
animales y las plantas, pero no veo quién ponga freno a esto, aunque la lucha
es constante, el poder siempre lleva las de ganar.
Estoy deprimida, el planeta se lo adueñan los corruptos, y
ese cáncer está haciendo metástasis en la sociedad del mirar hacia otro lado y
comer de la misma porquería, al menos, una que otra golondrina se eleva
resplandeciente, brillando al sol con intensidad.
El consuelo es seguir esperando en la juventud que viene, en
un cambio real, y que miremos más hacia la naturaleza, de lo contrario estamos
perdidos.
Ésta vaina va cuesta
abajo, parece una gran roca que no tiene quien la detenga en su caída.
Raquel Rueda Bohórquez
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