EL RUISEÑOR (100) (A)
Un día halló su libertad,
Y se fue con sus alas abiertas
Con un ramo de rosas rojas
Entre sus puños cerrados.
Otro día sin él /pensé,
Otra mañana sin su grácil voz
Y esa imagen que atrapábamos
En la pupila y entre nuestros brazos.
Nos enredábamos en ella
Agradeciendo siempre
Por su mirar de miel
Que escurría cual panal
Sobre nuestras vidas.
No cabía más tristeza en el corazón;
Hasta el alma en su danzar vivía triste.
Pero otro día,
En que nada pensábamos
Y no le hacíamos preguntas a la vida;
Otro día viendo hacia el horizonte
Sin adivinar siquiera ese temblor de gajo
Que a sus hojas movía;
¡Lo escuché!...
/Me di cuenta que había regresado.
Nuestro ruiseñor
Abría su pico con intensidad,
Sonaba su arpa con tal furor
Que toqué en medio de mi soledad
A un ángel que hacía florecer en su flautín
Esos pensamientos amarillos
Que nos tocaron cierta vez.
Luego llegó el ocaso, ¡tal cual!,
Así fue, ¡levantó vuelo!,
Y dejó sonando su melodía
En este ahora que nos topó despiertos
Pensando en la fragilidad de la vida,
Y en la divinidad
Que su cantar nos prodiga
Hoy como ayer…
Raquel Rueda Bohórquez
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