SE FUE MI BAÚL (40)
A veces dejamos semillas esparcidas en el viento
Pero con el sol se crecen.
¡He visto qué hermoso espiga mi huerto!
Música y más llena mi estancia,
Y en ese divulgarse de aves en su jaula
Un poco de mí rompe cadenas,
Para quedar prisionera otra vez
De tu mirada.
¿A dónde he de correr?
Me acobardó la velocidad de otros
Y decidí guardarme en mi espejo.
Salí del baúl viejo
Que guardaba las miserias de la carne,
Y ahora brillo en cristal nuevo,
Tallando espinas en mis dedos
Y luces de colores en mis ojos.
Llega la tarde, otro día presiento...
¿Qué otro favor puedo pedir?
No alcancé la cumbre de las cabras
Ni por más rocas y espinos
Que bordearon mi cerca.
Pero te amé, ¡es lo más cierto!
Decidí que otro fuego iluminara mi balcón,
Me apagué un tanto, pues nunca hablaste,
Y entre versos y poemas, me acerqué a Él.
Ahora paso los días tranquila;
El cabro ha mudado cachos,
Las cabras cercan mi estancia,
Pero las tripas se pegaron en su espera
Y el cansancio las venció.
Iban como fieras detrás de un bolsillo
Más roto y vacío que sus alborotos.
Fue buena la esperanza,
Pero mejor fue la pelea en medio de astas,
Donde salió vencedora la paciencia,
Y otras risas adornan mi rostro
Cuando las veo pasar.
Son cabras viejas que así morirán,
Pisoteando el prado verde de otros
Y mascando el trigo de sus hijos.
Se fueron poco a poco
Hacia la pradera inexistente
De esos ojos verdes de rana platanera.
¿Fue más mujer que yo?
Sólo fue un pasto más tierno
Para suficiente diarrea en cabro hecho.
Ríe de mí ahora, porque un mañana floreció.
En mi mesa hay cántaros con flores
Y otra mirada cerca mi alcoba,
Con ganas diferentes
Y pasiones más calmas.
Raquel Rueda Bohórquez
25-3-16
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