MALETA VIEJA (9)
Estaba por ahí el poeta; de nuevo sus calzones rotos como
su corazón, y con tono de burla alguien preguntó: ¡Hey!, ¿qué tantos tesoros
llevas en esa maleta vieja?
El poeta pasó su mano por los ojos, secó esa humedad que
lo hacía humano y respondió: No importa que la maleta esté vacía, siempre que
tengamos un poco de piedad. ¿Te importaría llenar mi maleta de piedad?
El tipo no comprendía nada y continuó con su carga; al
poeta nada le pesaba, al fin y al cabo, sus lágrimas fueron suficientes, para
vaciar ese peso que tenía por dentro. La maleta estaba llena de aire, pero era
precisamente ese invisible tesoro, lo que le permitía continuar...
La verdadera riqueza es invisible para muchos. El poeta
continuó escribiendo en las paredes viejas para que no pesaran ni siquiera sus
letras; se iría así, descalzo; más sus hojas fueron llenas de pensamientos que
perfumaban, y enriquecían su andar.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, febrero 23/16
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