ESPINAS (49)
No hubo
necedad;
Creí morir
en tus manos,
Pero unas
manos más abiertas y puras
Esperaban por
mí.
No quiero
deprimir por nada,
Pero después
de tener a ésta ave,
Vinieron recuerdos
del ayer,
Y una
pesadilla horrenda,
Revivieron angustias
pasadas.
Abría una
puerta muy oscura...
¿En qué
lugar estaba?
Era su carne
morena,
Sólo morena
como mis pecas,
Pero en sus
mirar había un negro foso
Que se acercó a los míos que estaban
asustados,
Con mi
pequeño corazón queriendo salir de ahí.
Luego, ¿qué
soy acaso?
¿Por qué
entre tus dedos,
Después de
tanto tiempo?
¡Ay
libertad!...
Volví a
manos de mi carcelera;
Regresé a su
voz y reconocí mi huerto.
Dormí un
tanto, pensando en mi amor;
Pero el
demonio de ojos sin luz estaba sobre mí,
Trataba de
correr pero no tenía pies,
De volar y
no tenía alas,
Y recuerdo
que mis manos
Penetraban miles
de angustias en su carne.
Todas las
rosas se abrieron…
Sus pétalos
chorreaban tinta,
No era azul,
fue un rosal;
Sólo un
rosal que salía como un río
Y brotaba de
su propio manantial.
Todo fue
silencio luego...
Me vi
empapada de pétalos,
Sentí mucho
miedo y quería gritar.
Alguien
escuchó mi voz:
¿Qué pasará?
Recibí su
llamado a punto de las 7 am:
¿Estás bien
hermanita?
La mujer de
la válvula de gas abierta
En plena
presentación de párvulos,
Estaba inquieta;
Mi voz
estaba allá,
Y ella
escuchó mi angustia.
¡No sucede
nada!
Sólo una
horrenda pesadilla;
Un recuerdo
del pasado
En medio de
espadas y fusiles;
Pero nada
fue,
Porque tenía dientes,
Y una fuerza
poderosa me hizo volar.
¡Sólo tengo
un poco de cansancio!
Un raro
agotamiento, como esas veces,
Esas tantas
que hablando con la gente,
Sentía que me iba despacio y dormía,
Siempre dormía
en medio de carcajadas,
Iniciando apenas
la fiesta.
Una rata
había tomado miel...
Es que era
tanto el amor,
¡Que no me
querían ver!
Raquel Rueda
Bohórquez
Barranquilla,
diciembre 7/15
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