SUCESOS DE
GENTE RARA (24)
Me gusta
dejar nota de lo que me sucede, no importa si me creen o no, simplemente es
cuestión, de que hay un espacio para escribir, y tengo el tiempo disponible
para dejar un recuerdo.
Muchos dicen
sobre los extraterrestres, si existen o no, creo que existen, y que están cerca
de nosotros, nos vigilan, puede ser desde aquí, o a mi espalda, han pasado
varias cosas inexplicables en mi vida, no tengo estudios ni preparación en
nada, pero puedo contar cosas que me han sucedido. Se me habló a través de una
ouija, pensaba que esto era inofensivo y un juego, me dijeron cuando pregunté
¿esto qué es?, la respuesta fue: parapsicología.
Nadie creerá
a una persona que no tiene colgada de su cocina sino cacerolas viejas, y que ni
siquiera tiene uñas largas y pintadas, ni pose de muy preparada, pero cuenta
con su verdad, ¿qué importa que nadie me crea?, mi madre me creía todo,
simplemente me miraba a los ojos, nunca he sido capaz de soportar una mentira
sin bajar el rostro, y si acaso me inventaba una, la risa me delataba antes de
terminar mi historia, ahora no tengo tiempo para reír ni para inventar mucho,
parece que la sonrisa a veces se muda, sólo tengo mucha inquietud, y estoy
feliz de que no estemos solos, el ser humano no es un buen individuo, todos
tenemos tantos defectos, que las cosas buenas nadie las ve.
Para hacer
un llamado de atención, antes bastaba con un escrito, ahora, si vamos a decir
“hambre”, debo tener la imagen de un niño, a quien se le ven todos los gajitos
de su cuerpo marcados y sus ojos enormes, si vamos a mostrar una herida, no
basta con que digamos que tiene una herida de lado a lado, que los gusanos
estaban bailando cumbia y las moscas eran verdes y azules, para que nos crean. Debemos
tener una imagen, la real, con moscas que cantan amores y siembran sus granitos
en la carne, ¡así somos!, cada vez más indolentes.
No tengo
pruebas, mis pruebas son la verdad de lo
que he vivido, de los amigos que no eran tal, de las veces que hemos
caído por culpa de la ambición, y que siempre vivimos afanados por tener, tener
y tener, poseer cosas, y nos olvidamos pronto de ese saber que va llegando con
cada golpe y cada paso, olvidamos que somos carne y huesos, y que lo único que
poseemos como real, es la fe de un alma que mueve toda esta caparazón, y que
una vez liberada, irá hacia una flor, o resucitará en un ave, en un bebé de
cualquier especie en otro rincón del tiempo.
Hace muchos
años íbamos por una montaña llegando a Bogotá, esto ya lo conté una vez, mi
hijo tenía como 5 años, más o menos año 1996 falleció mi suegro, pero tengo
detalle de ese día, habíamos invitado a unas personas a la pequeña parcela de
la familia en Santo Tomás, no quería ir, le dije a mi esposo que tenía un
presentimiento, que esperáramos un poco más, pero no quiso, luego en la finca
el niño inició a llorar mucho, y gritaba: ¡mi abuelo!, ¡mi abuelo!, eso fue cuestión de un rato, cuando vemos a mi cuñado que llega a la
finca, pero su rostro preocupado, traía la noticia de que mi suegro había
fallecido.
Todo fue
corriendo, ¿ya qué podíamos hacer?, después de una caída que tuvo en el baño,
aquí mismo en la finca, amaneció mal, fue llevado al médico, pero dijeron que
no era nada, ni siquiera hicieron examen en su cabeza, y él despertó muy
angustiado, arrastrando su pie derecho y rogándome para que lo enviara a
Bogotá, cosa que después de mucho vacilarlo, que sí, que no, y en este
cuento, me rogó para que lo enviara por
mi cuenta y así se hizo, se fue con José y quedó en Bogotá, luego fue
internado, él se regresó, apareció un coágulo en su cerebro, luego cirugía en
su cabeza y el abuelito no resistió.
Así las
cosas, un pequeño campero que tenía llevó del bulto, no había quien frenara a
mi esposo, por más que le pedía que descansáramos, nada de nada, y con el niño
que lo llevamos con nosotros. De Barranquilla a Bogotá es una travesía muy
larga, en tiempo récord estuvimos allá, pero llegando a Bogotá, en esos cruces
del camino, él cabeceaba, me pedía que hablara para estar despierto, y cuando
le hablaba se molestaba, entonces decidí callar y continuar así el camino, le
rogaba de nuevo que por favor descansara un momento, pero es un tipo
voluntarioso, además que llevaba encima el dolor por la pérdida de su padre.
Todo era neblina,
y el camino muy peligroso con cuestas y montañas. En un momento, en la mitad de
la carretera, un hombre muy hermoso y
joven completamente desnudo, al iluminarlo con las luces del carro se veía
hasta su vello púbico y un pecho un tanto peludito, muy blanca su piel, y con su mano derecha nos saludaba, tenía el
cabello largo hasta su hombro, y recuerdo que se me pareció mucho a mi primo
asesinado y torturado en Santander por esos grupos innombrables, mi primo Orlando
tenía un rostro parecido a este hombre, con una barba corta, ahí mi esposo
gritó, mi hijo pequeño vio también, y él al fin frenó.
Donde siga
de largo, seguro que no estaría para contar la historia, pues lo que continuaba
era un precipicio, no quise mirar atrás, me dio miedo, la neblina seguía
subiendo la cuesta, y luego de un rato, mi esposo quiso continuar, pero el
carro presentaba una falla, aquí se fue a buscar a un mecánico.
¿Qué estaba
por sucedernos?, ¿quién era ese hombre desnudo?, ningún ser humano puede estar
así en éste sitio, moriría de frío. Contamos a todos, muchos detalles pequeños
se han perdido, pero su rostro bonito era el de un ángel en mi camino, un
extraterrestre que estaba pendiente de nosotros.
He tenido
sueños, he visto a una joven entrar a mi cocina y desaparecer en la pequeña
alcoba de mi hijo, ¿quién era?, ahora una vidente dice que hay seres en mi
casa, que muchas cosas han sucedido aquí, hechicerías, magia negra, personas
que me han querido asesinar en mi propia casa, y que mi presentimiento resultó
real cuando pedía a Dios perdón si acaso estaba juzgando mal, pero en esa época
encontré un veneno, y vivía muy enferma del estómago y triste, parecía una
extraña en mi propia casa, arrinconada y humillada por quienes debían
protegerme y amarme.
Hace poco,
más o menos 6 meses, estoy viendo a mi ventana, me gusta mirar desde ahí,
cerrar los ojos, abrir los brazos y comunicarme con ese Ser que me escucha, tú
mi Extraterrestre amado, pedí una prueba de su existencia, quería saber con mi
pensamiento si Él me escuchaba, ¡por favor!, dame una prueba pequeña, creo en
ti ante todo, pero me siento tan triste y sola, no cuando hablo contigo, y
recuerdo que sentí que me ordenó fuera por mi cámara y con ese “algo”, subí un
poco y estiré mis manos y disparé hacia el sol, a ciegas, sin poder mirar. Al
revelar, para mí fue un regalo divino ver una imagen que con la luz del sol,
reflejaba muchas flores grandes y pequeñas. Mi emoción fue demasiado
grande.
Así, en días
como hoy, en que recibo insultos y maltrato por querer ayudar y colaborar,
siento que mi amor jamás me abandona, y que de Él recibo los aromas más dulces
de mi existencia.
Vi una gran
nave desde esa misma ventana, era como forma de platillo pero con imagen de una
gran nube blanca, parecía que una luz
perseguía a otra, en círculo, esa forma era semejante a las que muestran por
ahí, con la única diferencia, que las luces no iluminaban, eran opacas como
nieve, pero sí encendían y apagaban.
Llamé a mi esposo para que viera, y dijo que eso eran luces de un barco,
jamás he vuelto a ver eso, ¿luces de un barco?, ¿se pueden reflejar en el
cielo?, puede ser, lo que pasa es que a mí me llama mucho lo extraño y siento
cosas, energías, ahora mismo parece que están viéndome escribir, tengo un
poquito de miedo, voy por un café, acaricio primero con mis pies a mis
cachorritos que duermen aquí, y doy gracias a mi Jesús por cada espina, porque
su dolor sí que fue grande por nosotros, ¡qué malos somos para sufrir!, una
pequeña herida, un mínimo dolor y
estamos llorando.
¿Han visto
cómo llevan un toro al matadero?, he visto que lloran, he visto que gritan con
su mirada, ¿quién me salvará?, ¿quién me protegerá de éstos seres tan
malvados?, entonces me espino mil veces, ¡que duela la cabeza!, ¡que parezca
que se salen los ojos de sus cuencas!
Siento que
nos falta ver a Dios más de cerca y tener sus llagas en nuestra carne, para que
así comprendamos que tenemos una misión. Por un momento callo, y pregunto:
¡Dios mío!, ¿qué misión me has dado en la vida?, ¡me siento tan pequeña y
frágil ante tanta gente como yo! ¡Sálvame de mí, y déjame estar guardada en tu
corazón!
Raquel Rueda
Bohórquez
Barranquilla,
diciembre 16/15
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