miércoles, 16 de diciembre de 2015

SUCESOS DE GENTE RARA (24)

SUCESOS DE GENTE RARA (24)

Me gusta dejar nota de lo que me sucede, no importa si me creen o no, simplemente es cuestión, de que hay un espacio para escribir, y tengo el tiempo disponible para dejar un recuerdo.

Muchos dicen sobre los extraterrestres, si existen o no, creo que existen, y que están cerca de nosotros, nos vigilan, puede ser desde aquí, o a mi espalda, han pasado varias cosas inexplicables en mi vida, no tengo estudios ni preparación en nada, pero puedo contar cosas que me han sucedido. Se me habló a través de una ouija, pensaba que esto era inofensivo y un juego, me dijeron cuando pregunté ¿esto qué es?, la respuesta fue: parapsicología.

Nadie creerá a una persona que no tiene colgada de su cocina sino cacerolas viejas, y que ni siquiera tiene uñas largas y pintadas, ni pose de muy preparada, pero cuenta con su verdad, ¿qué importa que nadie me crea?, mi madre me creía todo, simplemente me miraba a los ojos, nunca he sido capaz de soportar una mentira sin bajar el rostro, y si acaso me inventaba una, la risa me delataba antes de terminar mi historia, ahora no tengo tiempo para reír ni para inventar mucho, parece que la sonrisa a veces se muda, sólo tengo mucha inquietud, y estoy feliz de que no estemos solos, el ser humano no es un buen individuo, todos tenemos tantos defectos, que las cosas buenas nadie las ve. 

Para hacer un llamado de atención, antes bastaba con un escrito, ahora, si vamos a decir “hambre”, debo tener la imagen de un niño, a quien se le ven todos los gajitos de su cuerpo marcados y sus ojos enormes, si vamos a mostrar una herida, no basta con que digamos que tiene una herida de lado a lado, que los gusanos estaban bailando cumbia y las moscas eran verdes y azules, para que nos crean. Debemos tener una imagen, la real, con moscas que cantan amores y siembran sus granitos en la carne, ¡así somos!, cada vez más indolentes.

No tengo pruebas, mis pruebas son la verdad de lo  que he vivido, de los amigos que no eran tal, de las veces que hemos caído por culpa de la ambición, y que siempre vivimos afanados por tener, tener y tener, poseer cosas, y nos olvidamos pronto de ese saber que va llegando con cada golpe y cada paso, olvidamos que somos carne y huesos, y que lo único que poseemos como real, es la fe de un alma que mueve toda esta caparazón, y que una vez liberada, irá hacia una flor, o resucitará en un ave, en un bebé de cualquier especie en otro rincón del tiempo.

Hace muchos años íbamos por una montaña llegando a Bogotá, esto ya lo conté una vez, mi hijo tenía como 5 años, más o menos año 1996 falleció mi suegro, pero tengo detalle de ese día, habíamos invitado a unas personas a la pequeña parcela de la familia en Santo Tomás, no quería ir, le dije a mi esposo que tenía un presentimiento, que esperáramos un poco más, pero no quiso, luego en la finca el niño inició a llorar mucho, y gritaba: ¡mi abuelo!, ¡mi  abuelo!, eso fue cuestión de un rato,  cuando vemos a mi cuñado que llega a la finca, pero su rostro preocupado, traía la noticia de que mi suegro había fallecido.

Todo fue corriendo, ¿ya qué podíamos hacer?, después de una caída que tuvo en el baño, aquí mismo en la finca, amaneció mal, fue llevado al médico, pero dijeron que no era nada, ni siquiera hicieron examen en su cabeza, y él despertó muy angustiado, arrastrando su pie derecho y rogándome para que lo enviara a Bogotá, cosa que después de mucho vacilarlo, que sí, que no, y en este cuento,  me rogó para que lo enviara por mi cuenta y así se hizo, se fue con José y quedó en Bogotá, luego fue internado, él se regresó, apareció un coágulo en su cerebro, luego cirugía en su cabeza y el abuelito no resistió.

Así las cosas, un pequeño campero que tenía llevó del bulto, no había quien frenara a mi esposo, por más que le pedía que descansáramos, nada de nada, y con el niño que lo llevamos con nosotros. De Barranquilla a Bogotá es una travesía muy larga, en tiempo récord estuvimos allá, pero llegando a Bogotá, en esos cruces del camino, él cabeceaba, me pedía que hablara para estar despierto, y cuando le hablaba se molestaba, entonces decidí callar y continuar así el camino, le rogaba de nuevo que por favor descansara un momento, pero es un tipo voluntarioso, además que llevaba encima el dolor por la pérdida de su padre.

Todo era neblina, y el camino muy peligroso con cuestas y montañas. En un momento, en la mitad de la carretera,  un hombre muy hermoso y joven completamente desnudo, al iluminarlo con las luces del carro se veía hasta su vello púbico y un pecho un tanto peludito, muy blanca su piel,  y con su mano derecha nos saludaba, tenía el cabello largo hasta su hombro, y recuerdo que se me pareció mucho a mi primo asesinado y torturado en Santander por esos grupos innombrables, mi primo Orlando tenía un rostro parecido a este hombre, con una barba corta, ahí mi esposo gritó, mi hijo pequeño vio también, y él al fin frenó.
Donde siga de largo, seguro que no estaría para contar la historia, pues lo que continuaba era un precipicio, no quise mirar atrás, me dio miedo, la neblina seguía subiendo la cuesta, y luego de un rato, mi esposo quiso continuar, pero el carro presentaba una falla, aquí se fue a buscar a un mecánico.

¿Qué estaba por sucedernos?, ¿quién era ese hombre desnudo?, ningún ser humano puede estar así en éste sitio, moriría de frío. Contamos a todos, muchos detalles pequeños se han perdido, pero su rostro bonito era el de un ángel en mi camino, un extraterrestre que estaba pendiente de nosotros.

He tenido sueños, he visto a una joven entrar a mi cocina y desaparecer en la pequeña alcoba de mi hijo, ¿quién era?, ahora una vidente dice que hay seres en mi casa, que muchas cosas han sucedido aquí, hechicerías, magia negra, personas que me han querido asesinar en mi propia casa, y que mi presentimiento resultó real cuando pedía a Dios perdón si acaso estaba juzgando mal, pero en esa época encontré un veneno, y vivía muy enferma del estómago y triste, parecía una extraña en mi propia casa, arrinconada y humillada por quienes debían protegerme y amarme.

Hace poco, más o menos 6 meses, estoy viendo a mi ventana, me gusta mirar desde ahí, cerrar los ojos, abrir los brazos y comunicarme con ese Ser que me escucha, tú mi Extraterrestre amado, pedí una prueba de su existencia, quería saber con mi pensamiento si Él me escuchaba, ¡por favor!, dame una prueba pequeña, creo en ti ante todo, pero me siento tan triste y sola, no cuando hablo contigo, y recuerdo que sentí que me ordenó fuera por mi cámara y con ese “algo”, subí un poco y estiré mis manos y disparé hacia el sol, a ciegas, sin poder mirar. Al revelar, para mí fue un regalo divino ver una imagen que con la luz del sol, reflejaba muchas flores grandes y pequeñas. Mi emoción fue demasiado grande.  

Así, en días como hoy, en que recibo insultos y maltrato por querer ayudar y colaborar, siento que mi amor jamás me abandona, y que de Él recibo los aromas más dulces de mi existencia.

Vi una gran nave desde esa misma ventana, era como forma de platillo pero con imagen de una gran nube blanca,  parecía que una luz perseguía a otra, en círculo, esa forma era semejante a las que muestran por ahí, con la única diferencia, que las luces no iluminaban, eran opacas como nieve, pero sí encendían y apagaban.  Llamé a mi esposo para que viera, y dijo que eso eran luces de un barco, jamás he vuelto a ver eso, ¿luces de un barco?, ¿se pueden reflejar en el cielo?, puede ser, lo que pasa es que a mí me llama mucho lo extraño y siento cosas, energías, ahora mismo parece que están viéndome escribir, tengo un poquito de miedo, voy por un café, acaricio primero con mis pies a mis cachorritos que duermen aquí, y doy gracias a mi Jesús por cada espina, porque su dolor sí que fue grande por nosotros, ¡qué malos somos para sufrir!, una pequeña herida, un mínimo dolor  y estamos llorando.

¿Han visto cómo llevan un toro al matadero?, he visto que lloran, he visto que gritan con su mirada, ¿quién me salvará?, ¿quién me protegerá de éstos seres tan malvados?, entonces me espino mil veces, ¡que duela la cabeza!, ¡que parezca que se salen los ojos de sus cuencas!

Siento que nos falta ver a Dios más de cerca y tener sus llagas en nuestra carne, para que así comprendamos que tenemos una misión. Por un momento callo, y pregunto: ¡Dios mío!, ¿qué misión me has dado en la vida?, ¡me siento tan pequeña y frágil ante tanta gente como yo! ¡Sálvame de mí, y déjame estar guardada en tu corazón!

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 16/15









No hay comentarios:

Publicar un comentario