SOY UNA
OSTRA (34)
Una
sensación extraña: mi carne se quemó en tus brazos, y mis ojos se
endurecieron...
Ahora soy
una ostra navegando profundidades, se ha quedado quieta, se pegó de la roca más
áspera, abrieron en dos mi casa, hirieron mi corazón y dejaron un poco de ti en
mí, para que luego brotara lo mejor de mí, lo más brillante, y nos juntaran en
un rosario, nos armaran sobre tu cuello.
Somos un dije expuesto a tu vanidad, ¡cosa
rara!, ¡te ves perfecta porque estoy ahí!, pero eres un hueco en el universo,
un granito como el que fundaron en mi corazón.
Si te dejas
herir, seguro que brillarás más que yo, pero has de tener mucha paciencia para
el dolor.
Soy un
adorno, ayer fui entre aguas azules, un algo de todos confundido, escucho
suspirar de ancianos, así ¡suashhhhhhhh! ¡Suashhhhhhhh!!, de olas que lloran,
escucha... es un repiqueteo de puerta ante las brisas de diciembre y su aldaba
se oxidó, ha caído después de tanto amar y ser testigo de pálidos reflejos que
encendían y apagaban nuestro mirar...
Hieren los
gusanos mi manto, pero ahí está la gracia, es en el dolor que adivinan
inexistente, en donde se arma una joya, es ahí cuando el milagro sucede para
darme toda, y entregar lo que tanto anhelas de mí. El dolor fue tu alegría, ¡es
tan extraño!, pero te di mi amor como una joya, sin adivinarlo siquiera.
No hay más
ego, mi belleza exterior es de una roca sin luz, pero si me adivinas por
dentro, verás que todo es luz si me ha bruñido el tiempo, una luz que jamás me
lastimó, y abrí mi gran boca, entraron arenas del mar, los parásitos que
necesitaban de mí.
Me poseyó el
hambre de muchos, sigo sin sentir, dicen, sigo sin oír, más el mar me besa, me
junta, me revuelca, me agita, y yo me dejo ser, pegada de otra roca, ajustada a
mi destino sin renegar por nada, ¿qué puedo hacer?, si no hubieran visto mis
lágrimas que brotaban por dentro, nadie se hubiera dado cuenta de lo ostra que
he vivido, durante tanto tiempo.
¿Cuánto puedo
valer? Ven a mis profundidades, ¡encuéntrame!, ¡ábreme!, parte en dos mi casa
de cristal y mírame a los ojos, a esos ojos que pueden ver si mantienes el
pensamiento en mí.
¿Te das
cuenta?, eres mi joya, sólo tú puedes valer más que el brillo de una perla
colgada de tu cuello.
¿Cuánto
valgo para ti, si acaso no hallas esos tesoros dentro de mí?
Nada vale un
diamante, es un pedazo de roca, pero el hombre nunca sacia su vanidad, su
precio fue puesto por ellos, ¿pero el precio del sol y las estrellas cuál será?
Raquel Rueda
Bohórquez
Barranquilla,
diciembre 11/15
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