NO DIGAS
(63)
No digas que
no hubo amor, ni que jamás nos gritamos en un poema este sentimiento. No digas
que no fabricaste para mí un castillo, y que soñé en él como oruga en su ovillo
y mariposa en su flor.
Que nos
repetíamos verso tras verso, siendo grito de águilas en medio de grandes
montañas, separados por kilómetros, pero cercanos, tan pegados el uno del otro,
que parecíamos grano de café en su pergamino.
No me digas
mi amor, ¡que jamás te dije que te amaba!, que divulgué casi que gritando, que
eras los ojos negros buscados, y el poeta que llenaba mis hojas en blanco,
siendo más mi amante que mi musa.
¿Qué fui
para ti? ¿Cómo voy a saber que me respondías, si jamás deletreaste mi
nombre? Por eso me alejé triste y
dolida, con éste sentimiento loco, sin más valentía que sentir que no eran para
mí tus versos ni tus elegías.
¡No me digas
que no sabías que eran para ti mis aromas!, que en ésta ausencia de besos,
reservaba mis calores para tus veranos, y mis fríos para tus inviernos.
Que anhelé
tu piel como mi cobija, y tu boca como mi fuente.
Pero todo ha
pasado, ¿qué será de mí si amanece?, ¿a quién dedicaré mis versos?, no será a
las aves que cantan en mi árbol, o a las hojas secas que caen en mi puerta, si
acaso, ellas serán tú y yo seré ellas, y nos dejaremos enredar de un huracán,
de nuevo en círculo, sin mudarnos de
página; sin cambiarnos de estación, seremos primavera, con nuestros te
quiero de pico en pico, y nuestros cantos, de rivera en rivera.
Raquel Rueda
Bohórquez
Barranquilla,
diciembre 3/15
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