COMO LADRONES [31]
Un tipo
enamorado de un celular, durmiendo en la sala, y una mujer que vigila cada uno
de sus pasos.
Luego de dormir, y después de mirar
sin ver, escuché un ruido, así como ese que hacen los ladrones cuando entran a
tu casa, y se fue, seguro a donde comadre, certeza que a donde compadre, a
llevar y traer pedazos de mi existencia y ponerlos a la mesa, para que se
contenten diciendo: ¡ella es la responsable!, le faltó engañar, no tuvo agallas
para ser mujer, ¡pobre vieja idiota!, en ese rincón se vence como una hoja
seca, ahí en medio de pequeñas letras sin ver más allá de sus ojos, pues el
amor negado, nadie sabe que despierta alas de colibrí en los ojos, y de cóndor
en las manos...
¡Ay! si la boca sólo sirviera para
besar, pero bendecimos éste día, esperamos un beso hurtado de éste destino
raro, y el amor es primavera, una negra primavera con tu piel y tu mirada, y
ahí me quedo, imaginando que el amor es un poder inmenso, sin tener manos nos
tocamos, nos amamos, así, en el pensamiento, como locos, dementes tristes, que
buscamos consuelo donde se encuentran las garzas, y se consumen en el cielo.
¿Ves que es malo juzgar a otros? ¡Dios
estoy condenada!, pero mi condena es un círculo vicioso que no termino por
romper, y aquí, como leona prisionera o pájaro en pequeña jaula, pido al cielo
esa fuerza y poder, para reventar ataduras, y poder al fin, volar hacia mi
libertad.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 19/15
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