PALABRITAS JULIO/15 [84]
¿Será que nos amamos en un poema?
¡Te extraño!
Algo enfría nuestro bonito amor,
y no es culpable la brisa,
sino que hay otros afanes y prisas.
Te sentarías un momento a pensar en mí,
mientras multiplicamos nuestros hijos
con un verso de amor?
Algo enfría nuestro bonito amor,
y no es culpable la brisa,
sino que hay otros afanes y prisas.
Te sentarías un momento a pensar en mí,
mientras multiplicamos nuestros hijos
con un verso de amor?
El viejo esposo de Hipocrasia, en aquéllos
momentos de arrogancia e ira le decía a la vieja con aquél tono de poesía: ¡no
sirve para una mierda!, y doña Hipocrasia se convirtió en orquídea.
¡Nuestra madre nos necesita! ¡Tierra mía,
rojo sangre!, hasta tu corazón llegaré algún día, pero deseo que se plante un
árbol sobre tu herida, y que mi carne sirva de abono al menos, para mitigar en
algo el dolor que te hemos causado.
Eres nuestra dueña real y nos tomarás con el
mismo amor con que nos has brotado.
Todos lo vemos, pero es necesario que
actuemos y llevemos en el corazón ese ángel que nos falta para luchar por la
naturaleza, se nos va ante nuestros ojos, bosques de cemento reemplazarán el
verdor, una pequeña salida ayer, me confirmó que nuestros verdes mueren, y se
crecen los palacios de arena, en medio de cubículos que parecen palomeras.
¡Es tan triste ver a un ave prisionera!, pensar
que muchos años hice lo mismo, y cuando me sentí como ellas, decidí dejarlas en
libertad, para mi sorpresa, mi hermano mató uno de mis canarios libres un día,
en broma, haciendo tiro al blanco sobre las hojas secas, y mi amor llegó a mi
árbol a cantar, tuve que tomarlo en mis manos todavía tibio y temblando, se preparaba para trinar y mi hermano para llorar.
Decidí que nunca más un ave prisionera,
porque me veía en ellas... ¡no hay derecho!, tienen alas y no pueden volar,
nosotros podemos ser libres, pero nos volvemos prisioneros de muchas
esclavitudes que a nada conducen.
Por ejemplo:
¿Cuándo será que prohíben la vagabundería de
pajaritos en jaulas trampero?, es tan cruel, ver caballos en las
calles, con cargas tan inmensas, como un matrimonio sin amor.
Hermosas montañas divididas por el Suárez, cambiará
su nombre en cada cruce, será luego llamado, el río de los pesares, porque no
desovarán más los bocachicos de cola roja.
¡Hermoso!, aquí la frontera entre los pueblos
es una anaconda pálida llena de peces gordos, la sabia naturaleza también nos
enseña que no debe haber fronteras, pues todos necesitamos de lo mismo para
sobrevivir.
Mi tierra era hermosa, espero continúe igual,
en tanto, el río amable y generoso, nos da una lección de amor, en su largo y
gentil recorrido...
Cecil es un nombre entre millones de seres
que asesinamos a diario, pero asesinar por placer es otro cuento, tenemos doble
moral y la nevera llena de carne, un recuerdo nada más, y ojalá que esa
"licencia para matar", termine alguna vez, ¡qué pena con mis nietos!,
menos mal no han nacido...y espero sean vegetarianos.
¡Licencia de caza!, ¿quién dice que debe
haber licencia para matar?, pero la hay, hasta para matarnos entre nosotros,
tenemos el alma muerta, invito a escribir poesía por éste caso tan triste,
estamos callados y el silencio nos vuelve cómplices.
Cazar para comer hasta sería más justo, pero
si hay hambre, pero cazar por el gusto de matar, nos convierte en criminales.
¡No quiero arreglar mi matrimonio!, después cogen confianza, y semejante
brazo tan pesado sobre mi hombro tibio y delicado... ¡mamola!
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla julio/15
No hay comentarios:
Publicar un comentario