miércoles, 19 de agosto de 2015

CRUZANDO EL MAGDALENA [35]

CRUZANDO EL MAGDALENA [35]

Amigos, en verdad les digo
que no fue el árbol en sí,
hubo un temblor entre sus hojas,
agitándose con frenesí.

Ni aroma, menos perfume,
se movían al vaivén del viento
y con donaire en mi aposento,
bailó su cintura como adviento.

Pero fue un segundo no más,
un palidecer de sol en la tarde,
un ramo de rosas rojas extendidas
que jamás pude entregar a mi madre.

¿En dónde ahora?
¿Qué otro cielo me regalará ese iris?

Cruzaba El Magdalena cuando le vimos
y nos apretamos las manos,
nos sentimos madre e hija
entre  aromas a mar y perlas del río.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, agosto 19/15



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