¿SOY
POBRE? [82]
No
le tengo miedo a la pobreza, porque en ella crecí, sino pavor a la vejez en
medio de tanta pobreza humana, de esa que sólo enriquecemos con un plato de
arroz y un gracias Dios mío por éste nuevo día de vida, por la oportunidad que
tengo de expresarme y llegar a muchas personas, que sin pedido, me aportan su
resplandor para ver mi propia pequeñez.
A
veces me pregunto quién es más pobre, el rico que ha pisoteado a otros para
estar en ese sitio de privilegio, o el pobre, que a pesar de todo,
intenta levantarse y sigue confiando en los demás.
Cosa
grave es la miseria, y más si hemos sido sus propiciadores, sucede más de lo
que muchos creen, queremos estar en la cima sin importar a quién nos llevamos
por los cachos, a diario lo vemos, y masticamos rabias y depresiones, pero
también podemos alzar la mirada, y abrir los brazos en la ventana que tengamos
dispuesta, hacia ese portal inmenso donde se nos escucha, aunque tengamos
perdidas hasta las esperanzas, y se nos regala cada día una cucharada de sol, y
un vaso de cristal para recoger lágrimas de arriba.
¡Oh
mar profundo!, ¿quién me entiende?, soy un ermitaño que cambia de caparazón,
pero no tengo vitaminas dentro de mí, por eso acudo al viento, para que me
regale su voz y su aliento.
Mala
también es la demasiada soledad, porque nos acostumbramos, y luego, si quieren
visitarnos no deseamos ruido, que nadie venga a fisgonear nuestra existencia
cuando jamás ni siquiera un pétalo al descuido.
Ahora
me doy cuenta que tengo mucha riqueza, un paisaje me ha regalado éste día, una
mirada extraña que se esconde tras un cuadro de madera sobre mi escritorio,
tan verde y sutil, que me habla de un ayer de tristezas y alegrías compartidas
con un doloroso final, una llegada a casa de mentiras, para dormir por siempre,
mientras cerré los ojos un segundo.
Es
que vivir y morir es asunto de suspiros, y de esos se encarga Dios, como de mi
propia angustia, ¿tomarás ésta carga que tengo ahora?, y su respuesta es
silencio, como el más agudo grito perfumado que podemos escuchar.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
julio12/15
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