HACIA
TU CUMBRE [81]
Recuerdo
el día en que nos juntó un invierno,
pero
luego pasó el ardor,
quedaron
sobre la mesa los jarrones de cristal vacíos,
y
la mirada de un caballo sin freno que saltó la cerca,
para
buscar amor bajo los húmedos calzones de otras,
más
pordioseras que yo.
Buscando
el amor, ignoré que el tuyo era cierto,
gajitos
de azahar en flor perfumando mi existencia
ocupando
senderos y caminos,
donde
había mucha roca y espino por limpiar.
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razones y más para vivir,
se
juntó el hambre y le dijo a las ganas de comer
que
entre todos podríamos elevar castillos y cometas,
pero
el ideal es torcido cuando un árbol joven
no
endereza su camino.
Abrazos
y besos por doquier,
siendo
caballitos de madera trotamos;
se
nos partieron las patas,
nos
dimos fuerte a veces,
y
otras, nos contentamos.
Rezamos
iguales oraciones,
crecimos
con las mismas risas y llanto,
para
siempre encontrar en tu montaña
la
gracia de un aroma a madre.
Siguen
corriendo los caballos,
cada
uno continúa su destino;
el
mío, eran tus brazos y tu pecho mullido.
¿Si
te cuento ahora me creerás?:
Desde
que te fuiste, estoy muerta,
no
hay motivo sino perseguir tu montaña,
trepar
hasta el cerro que esconde mi sol
en
ese verdor intenso de tus ojos.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
julio 12/15
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