DOÑA
PACHA Y SUS VAINAS [79]
Pensando
siempre un poco,
no
tengo nada,
me
adueño del paisaje en la mirada,
decido
ser rica en un instante
en
tanto se evapora mi café,
se
queman las pastas
tocan
fuerte a mi puerta,
casi
patadas que revientan
para
que ese nudo atraviese mi garganta
con
deseos de volar
para
hallarte en la distancia.
Antes
no me gustaba rimar nada,
me
parecía una estupidez,
ahora
rimo mi corazón con el tuyo,
te
adivino en ese país tan hermoso,
pienso
que se equivocó el destino,
pero
luego recuerdo tus desaires,
después
de tantos años
de
compartir contigo.
Todo
cambió, se vuelve osca la mirada,
no
pasé de aquí, mucho trabajo,
se
complicó la vida,
cuento
los días y tengo las nalgas aplanchadas
en
el mismo sillón que guarda mis fragancias,
y
se queda con mis pensamientos.
¿Te
digo que te amo?
¿De
qué me serviría si tenemos historias aparte?
Suena
la estufa, era verdad,
se
ha quemado mi agua y hay un olor,
es
mentira que no huele a nada ese vapor,
parece
un poco del mar de mis ojos
que
se diluye en el viento
como
mi propia vida,
en
la soledad de mi aposento.
¡Qué
idioteces escribe doña Pacha!
Creo
que si toso me orino,
estoy
envejeciendo.
¿Somos
viejos a los 56?
van
llegando los días,
pero
soy bendita con más tiempo,
otros
se van sin divisar un paisaje
ni
ver el sol en las mañanas.
Muchos
pasan tan veloz
que
terminan viendo a la nada
al
insolente paso de un tranvía,
antes
de abrir la flor su primavera,
mucho
antes de que te enteraras
¡que
te quiero todavía!
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
julio 9/15
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