CLEMENCIA
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Nadie tuvo
clemencia con Clemencia,
meneó el
trasero en cada esquina
y en cada
puerto se apostó por ella.
¡Linda
era!, recuerdo sus tetas,
parecían
balones recién inflados
con nalgas
gorditas, sin postizos,
pestañas
alargadas y labios bien pintados.
¡Mamita!, ¡está
rica para chuparle todo!
/y ella se
lo creyó…
¡Ayyy qué
malparidos de pagar bien caro!
Hasta que
la pobre Clemencia se putió.
Ahora que
la veo por ahí,
pienso que
tal vez tuvo mala madre,
que la
parió una gata y la abandonó a su suerte,
y en medio
de la escasa cabellera de ahora
puede
sonreír a pesar de todo,
pues lo
único que no le jodió la vida,
¡fueron
sus bonitos dientes!
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
marzo 10/15
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