jueves, 25 de junio de 2015

UN DÍA CUALQUIERA [3]

Mi ternura de madre 


UN DÍA CUALQUIERA [3]

Un día cualquiera abrimos los ojos
sin saber qué es lo que vemos,
y por qué razón estamos.

Descubriremos el amor, la pasión, el miedo, el odio,
en medio de ruidos y sonares de reloj,
o a través de cantares
que con el alba son oraciones,
caricias de rocío sobre sus flores.

Un día cualquiera tropezamos
pero una mano estará ahí,
hasta que lo permitamos.

Veremos crecer las acacias,
divisaremos cómo fabrican nido las palomas,
y pensaremos: ¡así fuimos en casa!

Un día cualquiera,
las brisas cambiarán el destino del ave y su nido,
pero no tendremos tiempo para ver,  menos para pensar
que ese día hubo un espacio enorme para decir: ¡te quiero!,
pero negamos éste poema a nuestra vida.

Un día cualquiera seremos arrogantes,
pero jamás pareceremos un mirlo arriba de una palmera,
¡cantando y cantando!, ¡volando y volando!,
feliz en medio de tanta belleza.

Verá poemas de trigo y versos de hojas secas,
construirá madrigales con hilos de seda
abundando entre los pastizales,
viviendo de frutos y juguetes saltarines
para sus clavellinas abiertas en sus nidadas.

Caminaremos como viejos
y los niños lo harán como ellos.

Un ciclo se repite, pero jamás el paisaje del cielo,
¡nunca un manantial!, pues sus aguas son renovadas,
una llama encendida jamás será igual a otra,
ya que la brisa es dueña de sus flamas
y princesa de sus andares de gitana.

Muchos se irán antes de primavera,
otros, cuando la montaña esté cubierta de nieve,
pesando las rocas en los pies,
y las espinas en los dedos.

Un día cualquiera te irás o me iré,
¡nada nos llevaremos!,
seremos carne fría al hombro de alguien,
o en medio de ruedas de funerales asistidos
escribiendo historias, sobre el paisaje endurecido,
y un colmenar será zumbido de abejas y llanto,
sin que lo advirtamos siquiera.

Aquí comprenderemos que es leve vivir,
¡pero mágico es morir!,
es como volver a nacer en otro vientre,
jamás nos enteraremos,
si oruga en una cárcel,
mariposa en otro invierno,
partícula de colores
mezclada entre los rayos del sol,
que nos difumina,
nos atrae,
nos envuelve en un baile extraño,
en una música sin cantor ni poeta.

Vendrás a casa de nuevo, pensativo,
¿qué hice con mi vida?
Pero la vida te hizo sin que te dieras cuenta,
olvidarás del ayer sus melodías,
y en ese día cualquiera,

te darás cuenta, que puedes escuchar el ruido del silencio;
comprenderás los gritos de las rocas,
y sabrás, que esa pluma en tu ventana
soy yo,
y que mi amor permanece en el tiempo.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, junio 25/15
Publicado por RAQUEL en 8:10 




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