jueves, 14 de mayo de 2015

CUANDO VI EL MAR [23]



CUANDO VI EL MAR [23]


¿Qué sentí cuando vi el mar?

Es indescriptible la emoción,
¿cómo diría?,
puede ser que como ver a mi amor
después de siglos sin amarme,
o como adivinar a un pájaro ausente
de nuevo, tejiendo un nido,
o cantando a mi viejo árbol
esos amores con acordes envejecidos.


Cuando vi el mar enmudecí;
estaba acostumbrada a muchas rocas,
lagos pequeños bordeados por árboles,
cascadas que bajaban de las montañas
con sus largas faldas como novias del paraíso.

Era una sábana inmensa con orillos de plata
y lo más fascinante era que cantaba,
parecía un poeta declamando versos en mi boca,
era como ese amor primero: único.

Al acercarme sentí vértigo,
corrían pájaros gigantes, ¡qué picos enormes!
subían y bajaban y no se ahogaban,
se parecían a mí cuando saltaba de las rocas
y caía al Río Suárez, y luego, una fuerza me subía
con el corazón sonando y la boca riendo.

Pero cuando vi el mar, ahí me quedé,
30 años y más, y siempre,
¡jamás me alejaré de ti!,
eres el índigo más hermoso,
y el amante más cariñoso.

Cada día y cada noche pienso en él,
quiero estar ahí despertando con el sol
y viendo cómo se despide
dejando una sábana de oro
bailando entre sus majestuosas aguas
de azul color.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, mayo 14/15

No hay comentarios:

Publicar un comentario