martes, 12 de mayo de 2015

AL VERTE [37]

AL VERTE [37]

Despertando de una noche tan larga y tan intensa como una pesadilla, pero al fin cantó la puerta y vi sus negros ojos, su rostro tenía una medio sonrisa, mi corazón un medio latido, un esbozo de vida que sonó al verlo, como bandada de pájaros que despiertan y levantan vuelo...

Recorrí su rostro, ese pálido hambre no me gustaba, había algo más que ésta inquietud, un asomo de puñal que hería, ¿será que estoy demente?, pero mi loco no equivoca jamás, mi ente perverso me dice que esté entre un poco de temblor y pánico,  en tanto ese otro remedo de mí que parece ángel, y me habita, me abraza un poco, ¡tranquila!, ¡shhhh!, ¡yaaaaa!, no te inquiete la sombra que persigue, ni la boca que se inflama, no te atormente lo que no puedes hacer, porque ese algo lo hará por ti, descarga, abandona, respira profundo, no escuches esos gritos de afuera, sino el sonar de hojas secas cuando despierta la aurora y asoma el sol, ¿si viste?, no era nada, tan solo era el anuncio de otro día, otro segundo.

No hubo monedas, ¿qué se harían?, ya no sonaban en mis manos sino vacíos, no hubo abrazo y se alejó, no hay nada, ¿qué te perturba tanto?, ¡te quiero madre!...

Se fue, rodó en su bicicleta de cristal mi niño y lo abrazo, lo bendigo desde aquí pues a buen puerto llegará, y escucho esa música, sus manos son veloces, acarician el teclado como si fuera una mujer, siento deseos de llorar, ¿por qué será mi inquietud?

¡Pero te amo!, ¿lo escuchas hijo?, cierra los ojos y suelta tu cabellera negra ¡hasta bonito te ves!, así eres como un potrillo corriendo feliz por ésta pradera incierta de la vida.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 12/15

No hay comentarios:

Publicar un comentario