lunes, 16 de marzo de 2015

PENSANDO EN ALTO [80]

PENSANDO EN ALTO [80]
               
No importa el rostro si los ojos parecen dos esmeraldas brillando en el estero;  y pensando en esto vi tus ojos negros, siempre una pregunta al verte: ¿Cómo amaneció mi amor?, aunque nunca  digas nada, hay un océano que nos separa y un sueño que nos une.

Mi potrillo amado, el caballito brioso de mi hogar, salió desde ayer, hoy he pasado muy angustiada y no sé la razón. ¡Por favor repórtese pronto que la angustia es como una espada en el corazón!, y Kevin regresó como caballo descansado al otro día, con cara pálida y sonrisa de tiburón, falta ver sobre cuántas peñas trepó, o si brincaba sobre la misma loma de sus ardores.

Enviaste entonces una melodía, en tanto mis afanes descubrían mi rostro ante los que de mí reían, y aunque no creas,  escucho los aromas de soles, de fa, re, mi, bellísimo, y dedico la música a mi madre preciosa que nació un 12 de febrero de cualquier año, pero que nunca se mudará de mi corazón, ella es el hilo que sostiene mi cometa, y la música del ayer que permanecerá en un hoy para recordarla.

Inicié a declamar mi amor, le hago fieros a nadie, me doy por enterada, pues a mí, tú nunca me dices nada, pero igual te quiero más que a todos, porque eres mi caballero andante, habitas las montañas de mis pechos, y te escondes en los llanos, donde mi ardor en versos blancos te llama.

En ésta carrera loca de sueños, advertí la fría montaña de éste tiempo, todo era pálido, me gustó, para escribir en esa sábana un sentimiento de cariño, de aprecio, de amor sincero, y florecieron todas las rosas, todas las flores temblaron  con el beso de una sábana fría, que las resguardaba para el fuerte sol que se acercaba, y hallé mi jardín en ti, ¡es que las mujeres no podemos vivir sin las flores!, me di cuenta que multiplican el amor, y que el jardín parece una eterna sonrisa en el rostro, como el músico moreno que canta como una estrella,  y ríe como una cascada.


Doblé las rodillas, otra vez levanté el rostro, sólo pude declamarte unas letras a lo que mis ojos podían ver, pues nadie podrá jamás ver su rostro perfecto, ni por más santidad o diablura que imagine poseer.

Tu belleza intocable es lo que te hace mi sol preferido, y en esto golpearon a mi puerta, con una advertencia en mi interior que me asustaba: Cuidado con aquéllas personas que llegan a tu puerta a recoger chismes y luego los esparcen como si fueran semillas de trigo, pavor le tengo a lo oculto del corazón, ¿cómo podemos confiar de quien se ríe de ti a escondidas?,  por eso mejor adivinar en buen tiempo quiénes son los buenos, para en los difíciles volverlos a reconocer, pero no aprendo, sigo siendo la ingenua de todos los tiempos y vuelvo a caer.

Me deprimí como es costumbre, debo estar enferma, y ese dolor lo curará el tiempo, o el silencio, porque desde que tengo memoria, la tristeza se aposentó en mi casa y se quedó por siempre, y aquí me di cuenta que era bella, pues permitía que hablara el alma, cada detalle en cada rincón es un poema, cada beso de la primavera que aguarda de rodillas una mirada,  y entre las rocas, esperanza y lujuria, ánimo de gorriones al paso de una coral, volví a repetir los mismos pensamientos que tal vez quedarán en otros poemas, ¿cómo lo puedo adivinar?, mi día es un verso corto, anhelando que termine en la boca de un amor real.

Con éstos paisajes tan bellos, la mirada se llena y el espíritu vuela sobre sus bosques, seguí pensando, doblando los pensamientos, uno sobre otro, el sendero por donde transita nuestra alma ha de ser bello, ¡ten fe!, no desaparecemos, nos volveremos polvo de estrellas y brillaremos luego, eso cre, pues he visto luces en los rincones, hablo con German y enseguida salen ellas brillando ante su voz, para conmoverme aún más ante lo inexplicable de algunos acontecimientos de la vida.

Luego en mi sancocho de letras digo: ¡Me voy!... ¿pero, hacia dónde?, vivimos en la prisión de huesos forrados en  carne que no es nuestra.

Nos iremos, es seguro, cuando ni huesos, ni piel, ni carne... ¿tiene sentido?, ¿lo tiene la bruma que arropa al bosque?

Un continuar diciendo incoherencias se vale, mientras tanto, permitiremos cantares de  niños pequeños en lo blanco de la existencia, pues promete una página, por un segundo  más.

Después de tanta vaina, de mentiras que se arropaban en gritos que no escuchaba, la amistad se quebró como un huevo podrido que me salpicaba, ocultos en sus marañas, ¿a mí qué podrían contarme?, era solo una estúpida de quien se podían reír a su antojo, y volver público cada uno de mis pensamientos, ¿en quién confiaba ahora?, la amistad voló también, me seguía dañando el mundo y su falsedad, y entonces tomé las riendas de mi vida para alejarme de todos, conmigo estaría a salvo y con Él, quien me dictaba cada segundo una letra, me dijo que debía  felicitarlos de verdad, y solo pensé: Que sean felices a su manera, si en casa no encuentran lo que necesitan, gente así nunca se llenará, la traición deja un espejo de agua en el alma para llenar el mar, estamos poetas los venados, la traición nos permite volar espacios tan inmensos, pero sí, ¡bien por ellos!, al fin encuentran la felicidad que es como la ortiga que pica y rasca, pero nos gusta, que nadie dañe el amor, me di un baño con miel, lejos de todos,  para no perturbar el rincón donde se abrigaban las pasiones, y empecé a buscar el alar donde nace la poesía, y mi amor me abraza con la infinitud de sus alas.

Hallé al traidor borracho y de vómito hasta los ojos,  grita y grita por lo poco que hace, ¿quién uniría la sensibilidad con la espada?, y rogué para que pudiera tener mi espacio de nuevo, aquí en la soledad, donde sólo cabe el sentimiento, ¡que nada dañe a la flor que necesita riego!, ¡que nadie perturbe el silencio!, sólo el cantar de las aves prisioneras como yo, que penden de un solo árbol, del viejo árbol que resucitó, después de tanto dolor y odio ajeno. 

Al hombre traidor  le asquea lo que tiene en casa, así sea lo mejor, entonces para nada el pavor, si tengo a mi hermoso lucero, que cada día como un sol  llena mi vida de fantasías y magia.

Se visten con galas nuevas, los perfumes caros rondan, las sonrisas se bendicen, ¿será por el diablo?, pero están benditas, el brillo en los ojos me habla de piernas abiertas, de lenguas que se mecen como las hamacas de Yabel en el mar, y las hojas que caen, y caen, para volverse bailarinas al paso de la corriente de un río más propicio, luego callan, una a una, despaciosas, para esconder al navegante perdido y protegerlo un rato, bajo su pálida existencia que no tiene afán.

Corría ahora, tenía prisa y pensé: Ya no hay inquietud en mí, eso era cuento del ayer, ahora era la sombra del gran árbol sobre mi vida, y con ella me bastaba para estar tranquila.

Con sus harapos, el carnero sabe hasta dónde trepar, y la montaña lo deja a veces, en  raras ocasiones una pata se enreda, y cae al precipicio buscado por sus ansias, pero se vale el ardor de un día, para lo que es la existencia del hombre.

Imaginé entonces cuando pasaba la brisa y besaba mi boca: ¡Hermosa obra!, le escribiría a esa brisa que se lleva la vida poco a poco, y que nos mantiene a pesar de todo, como pequeñas cometas, pegadas de un sueño.

Vi sus óleos maravillosas, ¿por qué no vivo siempre doblada?, pero levanto el rostro airosa, soy soberbia y altanera, la bajaré ante Él, pero la estúpida humanidad me mantiene muy herida, sanaré con la gente sabia, la que no grita, desespera ni humilla, cada vez que quiere lucirse ante los demás, para envilecer a quien confía y entrega. 

En cada obra el pintor se entretiene, parece que la vida se escondiera en el mundo del silencio, que el mar flotara y las hojas, coloradas fueran, al beso suave de su aliento.

Parece que el alma al fin se desprende del cofre cansado y abatido,  el dolor pasa, alas de nieve, de espuma, inspiran al poeta y al cantor con sus creaciones, siempre termino hablando de Él, no lo comprendo, ha de ser que pastoreo en su bosque perdido, debe ser que me busca y al fin me dejo encontrar con un balido fuerte, creo que su corazón me invita al descanso para que llene desde mi propio encino, las hojas de mi árbol, y luego, después, las conozcan, pues no para todo el mundo son los tesoros del alma, se dice que no dar a los puercos rosas, ¿pero qué son los puercos más que una palabra inventada?, si les damos desperdicios eso comerán, pero si les damos amor, se volverán niños mansos y arrodillados, pues el amor en vez de volvernos soberbios nos ha de poner de rodillas,

¿Cuánto dura la felicidad?, un parpadeo, pero se vale, es la búsqueda de cada día.

Vi tus ojos y pensé:  Sólo tus ojos negros pueden iluminar lo pálido de mi existencia, y también se bendijo un amor, sonreí, ahora mantengo una tímida sonrisa, la ilusión de un algo diferente, callado, sumiso, esperando sea propicia el viento perfumado a pino silvestre, admirando cada roca en el camino, bendiciendo cada espina en la mirada, en medio de todo, del árbol salió el pájaro más lindo que jamás había visto, prisioneros se quedaron los dorados, pero cantaban, ¿será que lloran?, siempre me ha inquietado que un ave prisionera siempre canta, ansían la libertad, cierran los ojos y lloran, pero su llanto es un divino cantar.

Cierto día, a uno de ellos vi salir libre, partió, parecía muñeca de cristal dulce y plena sin dolor, y llegó a un sitio donde entre música de arpas y alabanzas fue recibida.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, febrero 15/15

©10-498-459






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