LLÉVAME [65]
Cuando mis
manos ya no puedan contar semillas, y mis ojos no puedan detallar una espiga,
tan sólo llévame en tus garras de brisa y mar…
¡Sacúdeme
en el precipicio de tu pecho!
Bendice mi
vida con un beso alargado, y quédate palpitando en mí como un niño nuevo, que
nada en las profundas aguas de mi vientre
Cuando el
calor de los años me encuentre en una mecedora, tan solo bailando sueños y
recuerdos: ¡ven amor mío!, atrápame en tus garras, llévame a surcar el cielo
azul, arriba, más alto que la última montaña, y
déjame ver sus cabelleras blancas, escuchar ese cantar donde el frío se
vuelve manso aroma, y pasa, suavemente… como agua desteñida de algún fumador
celeste sobre las rojas flores de mi valle.
Cuando mis
pies no puedan caminar, y el peso de mi cuerpo sea enorme, por favor, ¡ven
pronto!, le tengo miedo al dolor de la carne, a las espinas que se clavan en
los dedos, a los venenos que en vez de resucitarnos nos agobian y apagan, hasta
perder la fe en un nuevo día.
Quiero ser
una en ti, tocada con tus alas, volando como dos enamorados por la inmensidad,
¡qué hermoso se ve desde arriba el universo!, violetas pálidos, cojines y
edredones azules y blancos, diamantes que alguna vez te pedí, pero los fuiste a
buscar lejos, donde nace el aire, y la luz es un manto sagrado sobre las
azaleas.
¡Amor
mío!... ¿qué soy acaso?... me dejo llevar de la ilusión perdida, pero en ti me
abrazo, como esa oración callada dentro de las rocas que al partir de un rayo
brilla ocasos y amaneceres ,y canta con el mismo verso de las aves al construir
por el mundo, un poema.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
enero 16/15
© 10-491-97
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