domingo, 22 de febrero de 2015

LA DAMA COQUETA [21]

LA DAMA COQUETA [21]

Y llegó la noche, la dama coqueta como siempre, acercándose al sol, más nunca serán hallados juntos, de lejitos es mejor, -comentó una estrella-, pues el sol vive acompañado de paisajes, de muchas flores que lo contentan...

Cierto día, la dama coqueta quiso conocer el refugio del amor que tanto la desvelaba, -¿será la ventana donde hay una luz siempre encendida?, o tal vez la que está más oscura, pues es como ver el espejo de la noche, y adivinar dos estrellas que iluminan.

En cada ventana se adorna un vencejo, una gaviota que pasa y pasa, pero son sus ojos los que las divisan… ¿y cuándo veré de cerca los de él?... parecen insondables mares a donde nunca llegaré.

En esto pasaba el tiempo, veloz como un rayo en el estero, dejando la cola blanca en el cielo, tal vez una serpiente devoradora de soles, y arrase a la vez con mi corazón, o puede ser una cuchara que se roba el cálido verso del sol, en sorbos pequeños, así lo veo cada día, una cuchara gris que alguien usó para dañarse, y esa metáfora del dame miel, y miel será mi alma, pero entrega mi cuerpo al vicio blanco, y poco a poco me condenarás a ser un despojo gris, en medio de la calle.

Siempre lo veo por ahí, -piensa la dama coqueta-, pero nada dice, todo éste tiempo sueño que es para mí lo que escribe, porque ella se cree una doncella, siendo una anciana que nunca pinta sus canas, porque le gusta ver cómo el tiempo talla su piel, como un poema, entre surcos de alegrías y penas.

¿Qué haces amor?, siempre en un coqueteo estrellado, muy dorado, como cree  que serán sus años finales, ¡años dorados!, ¡jajaja!, será años encendidos, rojo fuego, porque la dama coqueta parece que tuviera 15 años, y que un juguete perdió desde muy niña, porque sólo piensa en el amor, en ese sentimiento maravilloso y fugaz, que aletea ante sus ojos, así como el colibrí, tan solo besa la flor y con velocidad se aleja, pero a ella, estoy segura, le faltó niñez, tengo la plena seguridad de que así es.

Dime si ésta noche puedo al menos estacionarme en el desnudo árbol a tu puerta, al menos que pueda mirar al norte o sur, adivinando tu nido reflejado en medio de luz de luna, adornado con pequitas que hacen tu boca más bonita, y tu corazón más de gorrión.

Abro la ventana, descubro números y mensajes, creo adivinar pero no me atrevo a responder… ¿será que le pregunto a la noche?, o tal vez a éste día, que deja huellas sobre blancos pensamientos, mi pared limpia del segundo, para contarle al sol que besará su puerta, ¿Qué lo amo?...

Sí, es lo mejor… no te hagas ilusiones, pero ámalo, como si fuese en tu jardín mustio, la flor primera que te haga brillar los ojos con una lágrima, y bendecir la huella del sol sobre tu enramada.

La dama coqueta fue por un café, me gusta el café caliente, el tinto, color de tu piel morena, imaginando bebo sorbo a sorbo de ti, acalorando el día que parece frío, para encender la piel cual yesca seca, que espera el paso de la brisa, como un beso fresco, como verte cada día, tan cerca de mí, pero tan lejano, cual estrella guardada cerca de tus labios y la humedad semejante al manantial que anhelo.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 8/15
®

10-491-97



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