domingo, 19 de octubre de 2014

MI MADRE

MI MADRE
Mi madre se veía tan débil, pero cuando llegábamos a la finca, algo sucedía... es extraño recordar esos momentos, una energía especial irradiaba y cuando caminaba, había luz a su alrededor...
Mi viejita era como una paloma torcaz, cantaba y cantaba, pero en sus ojos había aquélla vieja melancolía, lo recordó siempre, a su amor, mi padre, decía que de joven era un guapo que muchas mujeres perseguían, y que él se dejaba... pero siempre se amaron, se anunciaban las mañanas con besos mordelones a escondidas, y los atardeceres con una cama vieja que crujía como sonar de troncos que se vencen ante el amor y la esperanza de un día mejor cada vez.
Ella llenó mi vida de encanto, muchas veces le llevé mis quejas y pesares sin importar a ratos que ella estaba muy cansada, pero aún así me tomaba de la mano, al callar las dos nos mirábamos a los ojos, tan parecidos que me volví ella por instantes, y fuimos una en esos abrazos cálidos de almohada tibia y temblorosa, en momentos irrepetibles de la vida.
Mi flor del campo perfumada, ¡cuántos hijos abrigaste en tu corazón!, un amor donde también fue lastimada injustamente por otros, pero ella sólo conocía una palabra que me inculcó: Perdón... siempre perdón aunque te lastimen, a pesar de que te arrastren, sin importar lo que te hagan, perdona...
Ahora... no sé qué decir, sólo que las madres son un poco de Dios en nuestras vidas, Él se disolvió en el universo y decidió repartirse para todos, cuando nos donó una buena mujer como madre...
Sí... ella es ave, beso de brisa, aroma confundido entre los zarzales, sol... mucho sol...
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 19/14

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