jueves, 30 de octubre de 2014

LAS VACAS TAMBIÉN LLORAN

Torito de Japón. Imagen Internet

LAS VACAS TAMBIÉN LLORAN

Redondeó el sol el bosque
Y contigo se completó el paisaje
Mi burladero amor mío
Estar entre tus piernas
Divisando tú regazo.

Hirieron sus flechas lenguas
Como feroces espadas,
Y te vi sin renegar
Subir con tristeza
Mientras tu cara volteabas.

Tu mugir mi pesar
Y te masticaba en medio de ahogados gritos
¡Escucha!, ¿a dónde acaso vas?
¿Dejarás las praderas desiertas?
¿Quién me habrá de contemplar?

Pero cerca estaba el día
Por mí también llegó tan enorme dragón
Y a empujones con igual porfía
Mi cuello se doblegó.

¿Y mis niños?, ¡Oh Dios!, ¿eres el mismo de ellos?
¿Por qué entonces existe para mí el dolor?
¡Escúchame!, mira mis ojos y ahí encontrarás un grito ahogado
Pero marchó también mi Dios, se quedó en sus iglesias
Y mis estrellas palidecieron en un bosque verde
Donde sus pieles engordaban, ¡qué buen pasto!
Mis hijos su bendición hallarán.

Y ahora, todo huele a muerte
Un olor fétido es un duelo alargado
Donde los buitres no hallarán bocado
Y ellos serán reyes brindando con vinos caros
Copas llenas de mi vida y la tuya
En medio de asonadas y temerosas carcajadas.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 29/14

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