lunes, 6 de octubre de 2014

LA GUACA/MITOS Y LEYENDAS



MITOS Y LEYENDAS
LA GUACA
Cierta noche, en una finca llamada Paloblanco, en un pueblo pequeño de Santander donde había muchas historias y leyendas urbanas, habitada por hombres que rodaban y rodaban árboles, porque había que destechar el bosque para conseguir el cielo, inició Pedro, le siguió Benjamín, y así uno a uno pasaron la historia de una luz, el secreto se regó por todo el vecindario pero los campesinos no se atrevían a llegar hasta allá por lo terrorífico, pues el mismo diablo en persona sería quien les apareciera.
No contaban con que había un hombre valiente llamado Vicente quien se atrevió a desafiar al diablo o a quien hubiese enterrado mucho oro en polvo en ese rincón tan lleno de prados altos, muy cerca de los cañaduzales azules, que aterrorizaban en las noches con sus movimientos como mujeres desnudas en medio de la selva, invitando a una orgía demoníaca.
¡Yo voy!, y todo lo que encuentre será mío, lo compartiré con quien me acompañe, decía el hombre, a un grito que ya todos los guaqueros o buscadores de tesoros sabían, que al ver la luz a la misma hora de la noche, en movimiento siempre, saliendo del mismo sitio y alejándose hacia una pequeña cabaña donde desaparecía, en medio de la oscura noche, tendrían que gritar: ¡¿En nombre de Dios o del diablo, quién anda por ahí?!, debía ser un grito fuerte para que el mismo demonio o alma se amedrentara y hablara con él indicándole el sitio exacto donde había guardado el tesoro.
Nadie lo acompañó, todos los valientes se fueron uno a uno; el día de la cita, se recogieron en sus casas rosario en mano encomendándolo a los mejores santos y almas benditas, para que nada malo le pudiera suceder a Vicente, el único hombre macho y arrecho con los huevos en el puesto, de aquélla finca llamada Paloblanco. Las piernas le temblaban, no sabía si orar o gritar o salir corriendo,
¡Auuuuuuuuuuuuuu! silbaba la brisa con sonidos de mujer a punto de clímax, ¡¡ohhhhhhhhhhh!!, el sonido aterrador del hombre de la casa cuando está a punto de llegar... ¡jojojojo! y entonces apareció la luz en medio de la oscuridad...
¡Dios mío!, ¡Virgencita de todos los remedios!, ¡Santo patrón!, ¡almas benditas del purgatorio!, no soy capaz de gritar y menos volverme atrás, sería la burla de toda la comarca de mamagallistas por toda una vida...
Vicente se arrodilló, y al ver que la luz se acercaba más y más al mismo sitio de los cañaduzales, preguntó desde una distancia privilegiada para poder correr cuando le tocara.
¡¿Eeeennn nooombreeee de Diosss o el di di diaaablooooo quién anda da da da por ahíiiii?!, gritó con más fuerza la segunda vez, y a la tercera ya orinado los pantalones dice:
¡¡Responda!!, en nombre de Dios o el diablo quién condenado anda por ahíii!!...

Y una voz salió de entre el espeso bosque:
-¡Deje de ser huevón Vicente!, ¡mejor páseme una tusa!...
Una carcajada suena desde hace medio siglo por las montañas de Paloblanco, dicen que hubo un pacto de silencio entre Vicente y el diablo, pero la historia se divulgó, y aún sigue pasando de boca en boca.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 6/14
Un cuento de mi padre adaptado a la historia.

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