jueves, 23 de octubre de 2014

HOY

HOY

Por alguna razón, hoy recuerdo ese día. Tenía el agridulce sabor de la melancolía; ¡claro que deseaba morir!, ¡perdóname Señor!, lo pensé muchas veces, era que algo no funcionaba bien; iba y venía con tanto quehacer, todo se dañaba, hasta mi mala suerte era bendita, y corría en mi desesperación hacia el baño: ¿Qué me sucede?, me asustan sus gritos, esas miradas azules parecen de fiera, pero miraba sin que me viera, lo descubrí pegado a los ojos de mis amigas, con un brillo especial, que siempre fue ajeno a los míos.

Pero eso no era todo... había algo más... deseaba viajar a España, ¡claro!, ya sé por qué razón lo recordé, mi pasaporte de hace 10 años, nuevo, y fuimos hoy a renovarlo, pero hay que esperar, aquí todo son colas y aguardar a mañana. 

Entonces regresamos, y en la boca traíamos una plegaria: Señor, tú conoces toda nuestra lucha, has visto cómo se cuecen las uvas y se planta una vid; has visto nuestros retoños y conoces de sus alegrías y sus penas, y decidimos juntas orar, para que el mal se aparte de nuestras vidas, que podamos comer un mendrugo de pan sin que parezca robado, que cada día bendigamos el arroz sobre la mesa, y no deseemos para nada, las soberbias de otros ni sus manjares.

Al llegar a casa, todo revuelto; los perros aprovecharon que no estaba, y enojados se manifestaron; hicieron huelga, y provocaron mi enojo... pero al ver a sus ojos, todo pasó, como si una fresca neblina tocara  mi rostro, y me senté a descansar,  a recordar aquéllos días de intenso verano, donde el amor huyó de mi hogar, y sin saber la razón, inicié a llorar.

Ahora recuerdo que en 10 años mi pasaporte no fue estrenado; se postergó el viaje. Ramón el amigo que me ayudaría, /era un trabajo en España, a recoger frutos, pero no se dieron las cosas, por aquello del destino. Ocupa la tumba 45, anterior a la de mi angelito, él vio algo y se llevó el secreto con él,  y ahí quedaron de amigos para siempre, ninguno de los dos está, mucho más jóvenes y hermosos que yo, pero ahora, siento que la vida me dio una oportunidad, cuando el pezón tan pequeño, se juntaba con mi alma, y todos corrían detrás de la fortuna, olvidando que en un rincón del baño, pensé que morir valía la pena.

Sí... ¡perdóname Señor!, por creer que tengo derecho a lo que es tuyo, por la oportunidad de sanar, de creer,  de inventar cada día un cuento con mis propios pasos; pero ahora vienen otros, donde el roble ha dejado todas sus flores rosa, para que continúe a través del tiempo señalado, copiando versos para la brisa, "tú mi brisa", mi sueño y mi fantasía, mi pasaporte válido al sol.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 22/14

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