jueves, 30 de octubre de 2014

EN LA BARCA/Sueño 291014

EN LA BARCA/Sueño 291014
Al subir a la barca todo era diferente, nada como lo prometido, era inmenso, salones y salones con calles destrozadas, todo en ruinas y los piratas nos veían con un ojo que parecía de cristal, y con el garfio en su mano, no importa si izquierda o derecha nos invitaban a pasar, aparentando dulzura que se había perdido,pues en las muecas desdentadas de sus rostros nos indicaban que sólo eran prendas del diablo.
Lloraba porque nadie quería estar conmigo, me puse rebelde con Sonia y Socorro, ellas me habían prometido estar a mi lado, y ahora me abandonaban, Sofía y Myriam querían con Dorita, y a mí me dejaron como a la gaviota, en medio de la tempestad que se avecinaba.
Inicié a correr mientras ellas me llamaban de mala gana: ¡Está bien!, con nosotras, ahí cabemos todas, pero ya el mal estaba hecho, los callejones oscuros eran una invitación y me perdí, huí del mundo entero para encontrarme en algún sitio moreno, en algunos brazos color tierra muy torvos, que volvieron ruinas lo poco bueno que todavía habitaba en mi corazón.
Quise bañarme pero el agua era roja, quería quitarme el sucio de mi existencia y quise volar como las gaviotas, pero ellas huyeron, se alejaron, me enseñaban tal vez la lección más fuerte de mi vida, pero sobreviví cuando el barco encalló, las rocas ajustaron su vientre asqueroso y el de los marineros, y a mis hermanas no las volví a ver en el recorrido.
Decía haría un reclamo, porque nos ofrecieron un barco moderno, bello, inmenso, allá soñaba un encuentro con el amor, ¿pero en dónde estaba el amor?, al bajar en medio de los gritos y el ruido, un trozo de madera me acercó a la orilla, era una playa tan dorada y bella, paré de correr al fin, era un mar tan apacible que su quietud invitaba a la contemplación, las aves iban y venían y entre sus picos un dolor se consumía, una tristeza viajaba hacia otros mundos donde no existiría más la tristeza.
¡Qué bonitas palmeras!, ahí estaban... era todo lo que anhelaba, tan cerca de mí, cerré los ojos cuando el sol apareció, me envolvió en su mágica luz y empecé a volar, hasta que me volví gaviota blanca escondida entre las nubes.
Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, octubre 30/14

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