Y EL HAMBRE...
Hay un sillón vacío para mí? –Dijo el hambre-
Empezó a pasearse cual buitre sobre su presa
Era negra, algún día la vi de frente
Mientras todos estábamos pálidos y con pena
En el rincón de la congoja, sin movernos siquiera
Con ojos grandes llenos de fiereza
Tigrillos de piel morena fueron turquesa
Y los blancos más blancos, copos de nieve.
¡Mi estómago!, ¡ay Dios!, tiene cantares
Las tripas se pegaron del corazón
Y el hígado parece que fuera el riñón
Buscando una guitarra que canta como campana
Con el alma vuelta añicos
La desesperanza amiga y consejera
Y el cielo… ¡bienvenido azul!, ajústame a tu belleza
¡Que canten las aves cual niños al llegar la primavera!
Y fue responsable ella… tú, yo, él…
Creo que todos lo fuimos, yo por no estar alerta
Y el resto por vivir en vanidad como si la muerte no fuera
Vieja amiga y compañera de la vida.
Calló el cartón de la esquina… -si supieran amigos!
Quien comía pared de iglesia y la fumaba,
Agarró sus miserias...,
Se las llevó al hombro en el hálito transparente,
Mimetizado con las estrellas parece cóndor…
El corazón me dice que está feliz
Porque la maldita suerte de vivir no está,
Se fue a un mundo mejor, donde no existe el pavor
Ni siquiera lágrimas que humedezcan la piel.
Un cordón umbilical se unió a la pesadumbre –la vi de cerca alguna vez
Y ella atizaba el fogón con una sonrisa, ¡nunca lo entendí!
-Cómo una mujer como mi madre
Supo mitigar el hambre con aguas saladas
Que desde sus propios ojos llenaron nuestras panzas?
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 11/14
Empezó a pasearse cual buitre sobre su presa
Era negra, algún día la vi de frente
Mientras todos estábamos pálidos y con pena
En el rincón de la congoja, sin movernos siquiera
Con ojos grandes llenos de fiereza
Tigrillos de piel morena fueron turquesa
Y los blancos más blancos, copos de nieve.
¡Mi estómago!, ¡ay Dios!, tiene cantares
Las tripas se pegaron del corazón
Y el hígado parece que fuera el riñón
Buscando una guitarra que canta como campana
Con el alma vuelta añicos
La desesperanza amiga y consejera
Y el cielo… ¡bienvenido azul!, ajústame a tu belleza
¡Que canten las aves cual niños al llegar la primavera!
Y fue responsable ella… tú, yo, él…
Creo que todos lo fuimos, yo por no estar alerta
Y el resto por vivir en vanidad como si la muerte no fuera
Vieja amiga y compañera de la vida.
Calló el cartón de la esquina… -si supieran amigos!
Quien comía pared de iglesia y la fumaba,
Agarró sus miserias...,
Se las llevó al hombro en el hálito transparente,
Mimetizado con las estrellas parece cóndor…
El corazón me dice que está feliz
Porque la maldita suerte de vivir no está,
Se fue a un mundo mejor, donde no existe el pavor
Ni siquiera lágrimas que humedezcan la piel.
Un cordón umbilical se unió a la pesadumbre –la vi de cerca alguna vez
Y ella atizaba el fogón con una sonrisa, ¡nunca lo entendí!
-Cómo una mujer como mi madre
Supo mitigar el hambre con aguas saladas
Que desde sus propios ojos llenaron nuestras panzas?
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 11/14
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