CUANDO TE VI
Ese día está aquí, ¡estaba tan triste y dolida!, odiaba al mundo y sentía
que él me devolvía el doble de rabia en los seres que deberían amar la fortuna
de ser amado, aunque suene redundante, luna enlunada de azahares, de brotes frescos
y blancos del limonar, de vespertinos sueños en calores abrigados soñando
versos de mar y yo pensando en tu boca, soñando en tu piel, siendo parte de las
rosas de tu jardín.
Apareciste como un rocío en mi
ventana, -qué pasará?, volví la mirada y
hallé un refugio en tus versos, busqué una estrella dorada para calmar día a
día la sed infinita de amor, y continué, con respuestas que parecían para mí,
en música y poesía, y me perdí, en ese lago azul profundo de las letras.
Fue culpable el rocío, las blancas palomas congeladas que bajaban del
cielo, y como yo, se escurrían por los dedos para ocultar flores rojas de mi
ventana.
Creí que era el amor, me disfracé de garza blanca, para mimetizarme en tu
corazón, usé a las gaviotas que
alimentabas, a las figuras que armabas, al
colmillo gigante, a la abuelita arrodillada, al escapulario en el cuello
de una madre y su rostro perenne donde el poeta soñaba, pero esos sueños eran
distantes a los míos…!qué idiota soy!, ¡qué torpe!, busqué una página en blanco,
porque ayer todo era así, pálido como si
la muerte estuviera borracha y esquivara el camino hacia mi sombra.
Nada parece tener sentido, camino y camino en círculo, hay un embudo de
cristal que no permite que vuele, como
una abeja perdida de su colmena busco mi flor, y ella se aleja, por entre
borrascosas nubes, donde mil figuras transforman mi vida, cuando asoma el
sembrador de sueños y dirige su cayado
hacia todas las ovejas negras y desgreñadas, donde estoy corriendo aprisa, llegando siempre al mismo risco, y al
pretender saltar, despierto con la misma
humedad en los ojos, y ese desaliento
nuevo, donde la tristeza busca el nido donde duermen mis niñas, y en un pequeño manantial
se queda.
Le echo la culpa a la soledad y al abandono, han de ser ellos, porque siempre me golpeo contra la misma roca y no
aprendo la lección, siempre mis ojos miran hacia el lugar equivocado, la estrella
reventó en mil pedazos, dejando una estela
de fuego y cenizas esparcidas en el alar de mis fantasías.
Te veo adivinar un nuevo otoño, la cámara, la silla vacía pegada de la nieve, el caminante entre
las hojas secas del mismo camino, limpio
con cualquier trapo sucio de la cocina mi rostro, ¡que se quemen los guisos de
hoy, como ayer!, pero no, vienen mis hijos, mis pequeños luceros por quienes me
levanto temprano, y los veo como en mi propio ayer, tan llenos de sueños,
corriendo y corriendo y repitiendo las carreras cada día, pero al llegar la
noche, todo es música, mi muchacho
interpreta a los grandes, poco a poco, se
vuelve un pequeño genio para mí, hace en poco tiempo lo que a muchos les
llevaría siglos aprender, me llama para
que escuche lo que compone, !me falta mucho madre!, debo practicar miles
de horas hasta que mis dedos con la mirada perdida conozcan de blancas y
negras, de silencios y espacios alargados, así
ha de ser, atrapando lo que viento trae, para regalar una sonrisa a
otros, y complacer el alma danzarina que está por ahí anhelante de lo mismo que
todos.
Y llegará el día en que me olvide de ti, para pensar en Él y comulgar
alivio y paz, en una tarde de lluvia, sintiendo el viento pasar…
Raquel
09-09-14
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