miércoles, 3 de septiembre de 2014

CASA DE MADERA


Hubo amor en tu casa
Ni el huracán violento derribó su débil techo
Que sostenido por magia grata
A pequeños troncos secos se aferraba.

Y ahí, bajo un árbol
Tantos  besos al compás de mil caricias
Fundaron un castillo para mí
Y un rey de estampa joven
Que no sería nunca más mi edecán
Viajaría para nunca regresar.

Una gallina en el prado
Consentida recoge cariños saltarines
Tan blanca de patitas moradas
Al lado de juguetes de peluche
Que fueron al antojo del malvado
Sólo un caldo para dos
Y una tristeza para diez.

Claro que sí…
En tu casa Felisa
Recibí mucho más que en otras
Siendo el desprecio la patada del presente
Ajustada en mi futuro
En cambio tú, mi buena madre adoptiva
Pasaba por tu regazo
Donde las penas se lidiaban con sonrisas
Y el hambre con carcajadas.


No hubo ladrón, la única riqueza era el alma
Y la compartíamos con cariño cada día
En cada almuerzo, tu café caliente
Tostado por  manos dulces.

Ni creas vieja amiga, madre en días de fiesta
Y hermana cuando el dolor acudía a mi ventana
Una carta parece mi hoy
Sin leer por nadie, escrita millones de veces
Nombrada pocas, pero recordada
Como las garzas blancas
Y las serpientes que comían ranas
Chillando como aves asustadas
Cuando nada se podía hacer.

Y en éste cuento largo, te recuerdo
Hacendosa abeja en su panal
Mil cariños, los abrazos...
Y la marcha con los ojos húmedos
Del nunca más.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, agosto -14

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