lunes, 8 de septiembre de 2014

ACÚSOME PADRE

Imagen:Internet



Mi sacerdote preferido: quise escribir una carta porque ya no aguanto más verte tras el confesionario, con tantas mujeres diciéndote al oído sus pecados y yo, sin poderme confesar.

Acúseme de soñar contigo cada día, de ver más allá de tus gafas y añorar ser parte de la bebé que habita en tu mirada.

Mientras trabajo, al desmenuzar las verduras, cuando el alimento casi está servido a la mesa, al escuchar cada ave en mi árbol, cada sonido del viento haciendo bailar las hojas, cuando aparece una flor en mi jardín sin imaginar siquiera que un sembrador la puso ahí a propósito, al amanecer cuando abro los ojos, al atardecer cuando me doy cuenta que el sol parece danzar unos segundos y se oculta, estoy pensando en ti. 

Mi pecado más grande es querer vivir bajo el negro de tu sotana, piel con piel, acariciada por tus manos, hambrienta de placer, y saber que tienes dueña, que te has consagrado a una vida santa sin mí, y éste pecado carcome mis entrañas, me estoy quemando en este purgatorio donde las llamas arden dentro de mí.

Si al menos respondieras, pero continúo hablando sola, nunca lo imaginé, que desde tu poema donde me invitaste a volar y me diste ánimo, estando tan dolida con el mundo, mis ojos caprichosos se adueñarían de ti.

Qué haces aparte de escuchar mis pecados?, te veo ir y venir, como las hormigas, volar y volar como las gaviotas en medio de la tormenta, pero nada respondes, no sé si estás enojado, o con tu investidura me puedes perdonar.

Es pecado amar padre?, si lo es dímelo por favor, lanza hojas secas a mis pies, lanza arena a mis ojos, pero dime que no me condenaré a tierra no santa por amarte como te amo.
Rezaré todas las oraciones que me digas, bendeciré la vida, limpiaré mis ojos y sanaré mis heridas y las de otros, pero dime que también me amas, para levantarme de aquí y correr hacia tu puerta, para quedarme ahí, por siempre, junto a ti.

Pero si no pasa nada… entonces sigue así… callado, escuchando como yo, los sonidos que vienen de afuera y descifrando los que están dentro, para escribirlos en una pared en blanco como ahora, diciéndole al mundo palabras de amor, enseñando que podemos amar a la distancia, tocándonos con letras y acariciándonos con rayos de luz que vienen y van, en cada sueño y cada pestañeo, repitiendo ese te quiero que no ha de doler porque el amor es una bendición que se lleva en las manos y se transmite de corazón.

Raquel
08-09-14


No hay comentarios:

Publicar un comentario