miércoles, 13 de agosto de 2014

ESTRELLA DORADA [CUENTO]




ESTRELLA DORADA [CUENTO]

En un lugar lejano, vivía una  niña triste, quien siempre  hablaba de amor; pero el amor parecía un cuento de hadas, porque ella, por mucho tiempo le habló, pero la estrella tenía tanto brillo, que a todas iluminaba, y para ella no hubo certeza, ni correspondido son.

Decía la estrella, que sin importar lo que sintiera o viera, al  mundo no le importaba, porque él seguía en sus giros, imperturbable como el atardecer, ausente como el  ave que encuentra otro nido, y en él se acomoda.

¿Qué será de Estrellita, que nunca me ha dicho que me ama, si en versos le declamo una y otra vez, que mis ojos se iluminan cuando le ven, pero sigue tan solo, dando pequeños brillos en mi ventana?

Cierto día la niña maduró, pero un poco viajando a la ancianidad  con la cabellera blanca bañada de luna, y los ojos, cual prado pisoteado con un intenso: ¡no más!...

Mis letras se pegan, los signos no quieren estar en su iniciar, el pc tan viejo como ella, y las ganas se quedaron temblando en sus piernas, cual lucero, que entre más amor, más  se aleja, y entre más corazones girando a su alrededor, menos le atina a una loca ilusión.

Cualquier día de agosto, un 13, puede ser, la niña limpió las frescas perlas de sus ojos, en el espejo quebrado y marchito, que entre sueños le invitaba a otros sitios, para  olvidar a ese amor, que palpitaba en su corazón, pero que no correspondía a su mismo latir, ya que él era parte de otro cielo, de otras manos, y unos negros luceros que lo amaban, desde antes que la niña le viera brillando en una blanca pared, untado de nieve y jugando con las gaviotas, entre inmensas rocas y helados vientos.

Quedará aquí: ¡Dios cuánto te amo! –Pensó la niña-,
olvidaré las melodías que imaginaba eran para mí, /con una sonrisa, -el vino griego que nunca  probé, pero que  ilusionada muchas veces en un sitio pequeño, lleno hojas secas, con el cielo despejado y una que otra gaviota de blanco plumaje peleando contra el viento: libar de su boca soñé.

"Estrellita": ¡que Dios te bendiga!, estoy muy dolida con el viento, pero dejo que azote a mi  ventana y sea pródigo la próxima vez, en tanto desde aquí, te veo ser, tan gentil y amoroso, tan luz en cada amanecer...

Me voy, de a poco me alejo, descubrí tu diferencia entre multitud de estrellas, pero también me expuse ante muchos, y ahora, debo ocupar mi rincón del silencio, de nuevo; buscando otros cuentos y otros luceros, que se advierten cada noche, para mí.

La niña con un enorme suspiro tomó  el delantal,  revisó que no se quemaran los guisos, un nuevo día inicia, -pensó- el sinsonte acaba de llegar a trinar en su árbol, y un espejo claro dibuja el cielo, con la estrella más grande nadando en él.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, agosto 13/14

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