CARDOS
¡Si empinarme contigo pudiera!
Pero nos alejan las rosas,
nos separan los corazones de otras,
para quedar en versos el sentimiento
y en elegías el deseo.
Si al toque de tu espada en mi flor
¡pero nada!, ni espina ni rosas.
Vivir condenada a mirar a otro lado
sabiendo que siempre desviabas tus ojos
hacia otras curvas sinuosas,
y otros senderos ajados.
Te vi en el desierto buscar lo que aquí abundaba.
Fueron flores viciosas apestando a perfume,
en tanto a mí, ni siquiera me tocabas.
Pero ahora, de tanto herirnos nos matamos.
Se acabó el amor,
se fue hacia otros lagos,
y mi pensamiento dice
que la providencia es buena conmigo;
otro amor ha llegado.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, agosto 12/14
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