MAESTROS
Benditos los maestros invisibles,
los que trinan cada día en el árbol de mi casa
nos enseñan la tarea amor con un canto
y la del perdón con un alargado beso.
Los que van y vienen olvidando propias penas
Entregan con su mano una letra
Que se alarga en un camino viejo,
Sembrando esperanzas
En medio de flores muertas.
Maestros de la flauta y el tiple
Del cultivo de la vid fecunda
Consuelo siendo abrazo
Al fin tan solo
Poesía en el valle,
Con un cántico
Que tiene sabores a sal
Guardadas en el mar del olvido.
Pero ahí están
Los que dejaron una sonrisa,
Que nos consolaron también
Y se fueron en la tarde de cualquier día
Sin esperar gratitud,
Sonriendo tan solo
Al motivo de ver crecer
En pálidas sábanas
La dicha del enseñar
Bien aprendido.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 24/14
Benditos los maestros invisibles,
los que trinan cada día en el árbol de mi casa
nos enseñan la tarea amor con un canto
y la del perdón con un alargado beso.
Los que van y vienen olvidando propias penas
Entregan con su mano una letra
Que se alarga en un camino viejo,
Sembrando esperanzas
En medio de flores muertas.
Maestros de la flauta y el tiple
Del cultivo de la vid fecunda
Consuelo siendo abrazo
Al fin tan solo
Poesía en el valle,
Con un cántico
Que tiene sabores a sal
Guardadas en el mar del olvido.
Pero ahí están
Los que dejaron una sonrisa,
Que nos consolaron también
Y se fueron en la tarde de cualquier día
Sin esperar gratitud,
Sonriendo tan solo
Al motivo de ver crecer
En pálidas sábanas
La dicha del enseñar
Bien aprendido.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 24/14
Imagen: Internet
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