viernes, 27 de junio de 2014

MI CIGÜEÑA


MI CIGÜEÑA L3R

Cuando al declinar el sol
el ardor en las praderas consumióse,
las arboledas se llenaron de cantores pasajeros
y las nubes incansables, como viejas, con sus pesadas cargas
que entre las montañas agrestes,
sin importar heridas continúan…

Ya era tarde… el viejo dolor como una sombra le seguía…
De su poca fuerza un alivio, sobre su pecho convertido en daga,
que ensombreció la sonrisa
al leve aliento de sus oraciones.

Ahí estaba, su vida, a su alrededor…
Había pasado ante sus ojos un dorado toche,
¡el más bello de todos!, llegó hasta su alcoba ensombrecida
para dejar un trino sobre tan hermoso árbol,
encendido en luces de la noche;
como luciérnagas en las miradas de quienes le amaban.

¡La libertad, tan bella y  deseada…! ¡Al fin en casa…!
Llegó a donde su pequeño jardín de rosas, y tímidas  flores
y sus manos heridas, entre sus tallos espinosos de arrugadas sendas,
donde viejas cicatrices mostraban lo duro de la vida,
y lo amargo de las despedidas…

Fue ahí, cuando tomé su mano…
En ese momento, en sus lámparas se opacó el brillo,
como una estrella que decide navegar en otro cielo,
pero mis ojos cerrados te ocultaron.

Un segundo...¡sólo un segundo bastó!…
como una mariposa que su cárcel abre
extendió sus alas mi cigüeña de ojos verdes,
mientras en un plácido sueño me encontré;
y ella, dejó sus perlas quietas, entre los cristales de su alacena
para que otras manos los cerraran.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, junio 17/13

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