lunes, 9 de junio de 2014

LA ROCA Y EL SABIO (CUENTO)

LA ROCA Y EL SABIO

9 de junio de 2014 a la(s) 13:56
El sabio decidió que sería sombra, y pasó sobre la roca sin dañarla, sintiendo ella sólo el frescor de un olivo, o el transitar de un águila, uno que otro pétalo caía, sin lastimarle, alguien encendió el fuego sobre ella, pero nunca renegó, estaba ahí porque su destino era  ese, pero también conoció el amor, y grano a grano de la arena que la formó, se componía  de miles de amores que se esparcieron en el viento, y que poco a poco se juntaron, para hacer de ella lo que era en éste momento, una pequeña roca  a la vera del camino.

Estuvieron miles de años hablando con el sabio, conversaban sobre los musgos, contaban de las orquídeas que nacían en cualquier rincón, aferradas de sus blancas raíces a cualquier tronco que encontraban, y él dejaba la mochila, su collar, la pulsera que le regaló una gaviota,  y sin hablar, acariciaba a la roca, y le musitaba al oído muchos versos y cuentos, que poco a poco la convencieron de que él y ella eran uno solo.

Enamorada al fin, ella quiso volar, y le decía: oye sabio, ¿por qué no haces que yo sea una libélula?, así podría estar contigo, pasaríamos los dos por muchas veredas, y entre los cantares del bosque sería posible el amor ¿no lo crees?

El sabio no respondió, siguió siendo sombra sobre la roca, iba y venía, dejaba la carga que llevaba y la roca soportaba todo su peso, ¡lo amaba tanto!, se había dado cuenta que el saber no está en hablar mucho, se parecían los dos, aunque la roca a ratos un poco parlanchina, al paso de la brisa su voz asustaba, susurraba o besaba, era suave y no sentía dolor, la voz de la brisa como una sábana limpia, le decía siempre que tuviera paciencia, para que alguna vez pudiera parecerse al sabio.

¿Paciencia?, ¡estás loca brisa!, ¿no me ves aquí año tras año, siglo tras siglo, ¿siendo sólo una gris roca?,¿me has escuchado alguna vez quejándome de mi suerte?...

Y la brisa le azotó con fuerza: ¡Siiiiiiii!, ahora te quejas, aprende del sabio mujer, él camina y camina, se quita las sandalias cuando entra al templo, que es el bosque más puro, y  luego viene hacia ti, y  reposado simplemente entona cantos de flautas y sones de guitarra, ¿te das cuenta que su rostro siempre es feliz?, nunca verás a un sabio triste, así que debes aprender un poco más, hoy cuando el sol te de fuerte en el rostro, simplemente soporta, y cuando el frío forme una cabellera blanca sobre tu cien, aprende de él a ser paciente, y al anochecer  sentirás la tibieza de la luna, y sabrás que el sabio nunca se ha ido de tu lado, porque él y tú, son uno solo.

Roca no dijo nada, y  aprendió a callar, ¡es tan difícil hacer silencio!, pero ella dejó que todos los ruidos pasaran sobre ella, que los golpes no le dolieran, que los afanes y prisas de los demás no la perturbaran, y al fin, el sabio comprendió que lo que sabía, era gracias a la roca, y que su sabiduría venía del fondo, muy dentro  de ella, en  donde lágrimas se convierten en joyas, que el hombre roba a golpes y talla para su provecho, pero esto nunca le quitó la sabiduría que para los dos, venía de la sombra del olivo.  Así de sencillo. Se  recostó el sabio, acarició a la roca y los dos, se quedaron dormidos por una eternidad.

Olvidó que  llevaba un libro y quedó su recuerdo ahí, para que todos los que pasaran lo vieran, su título: EL SABIO, y el olivo leyó cada una de sus páginas, las gritó a todos para que aprendieran a vivir.
Una libélula pasó y se posó sobre el libro: ¡qué rara sensación tengo!, alguna vez soñé que un sabio se había enamorado de mí, pero al pasar por aquí, encuentro un título, un libro viejo,  un pensamiento… ¿será que estoy loca?, raro…muy raro… y además me pareció escuchar una risa muy bonita, una gaviota me dijo que un sabio vivió hace muchos siglos aquí, y se enamoró de una roca, y que en las noches de luna llena, se ve su imagen oscura, señalando al cielo, advirtió que tenía tantos poderes,  que con solo levantar las manos, podía  tocar el sol, y servirlo en una cuchara de bronce, para que de a poco probáramos de esa gran sabiduría dorada.

La libélula se quedó sobre la roca un instante y fue fortuna para todo el que la vea pasar ante sus ojos.

¿Sabio o loco?, no lo sé, pero una página se escribió, para que muchos la leyeran, una sombra oscura de un hombre que aprende, sobre una  gris roca, sólo eso.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, 9 junio/14


¿Y qué fue de la gaviota?, la verdad no lo sé, dijo la libélula,lo cierto es que me alimento de sol,del mismo que el sabio y la roca toman.
¿Y qué fue de la gaviota?, 
la verdad no lo sé, dijo la libélula,
lo cierto es que me alimento de sol,
del mismo que el sabio y la roca toman.

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