VIENDO EL MAR
Me dejaste viendo el mar
insondable azul con olas bailarinas
y en el silencio opacado por mi ventilador
tal vez el lloro de un canto prisionero.
Y me quedé esperando tu estrella,
¿a quién cansaré con mis gemidos?.
En la cúspide, en el pico de la más alta
cuando arriba de todo, un segundo permanece,
la vi, casi que de blanco traje vestida,
a la más dulce de las olas del día.
Pero me dejaste viendo el mar…,
y en él quise hablarle a una estrella
que sin respuesta parecía brillar,
pero se escondió en mis lágrimas
en el temblor que parecían tener,
y se fue mi estrella dorada a esconderse
en un pequeño nido que le resguardaba
cerca de mi corazón.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 10/14

insondable azul con olas bailarinas
y en el silencio opacado por mi ventilador
tal vez el lloro de un canto prisionero.
Y me quedé esperando tu estrella,
¿a quién cansaré con mis gemidos?.
En la cúspide, en el pico de la más alta
cuando arriba de todo, un segundo permanece,
la vi, casi que de blanco traje vestida,
a la más dulce de las olas del día.
Pero me dejaste viendo el mar…,
y en él quise hablarle a una estrella
que sin respuesta parecía brillar,
pero se escondió en mis lágrimas
en el temblor que parecían tener,
y se fue mi estrella dorada a esconderse
en un pequeño nido que le resguardaba
cerca de mi corazón.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 10/14

Sonia
Tan cerca de mí estás, que no hay temblor cuando te pienso,
puedo rozar tus alas con las mías,
y encender una hoguera al instante.
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