sábado, 26 de abril de 2014

LA GAVIOTA QUE SE CONVIRTIÓ EN PERDIZ

LA GAVIOTA QUE SE CONVIRTIÓ EN PERDIZ

26 de abril de 2014 a la(s) 20:27
La gaviota se ocultó del tipo que le gustaba hablar de ellas, ni siquiera intentó volar, ¿para qué?, igual, llegaría al mismo sitio de todos, un lugar frío, donde no podría ni siquiera escuchar el sonido de las olas... ese pajarraco negro le había herido, sanaría poco a poco, y se transformaría en una pequeña perdiz, eso sería de ahora en adelante, mimetizada  entre la  hierba seca y las rocas, a ras de piso, escondida sin hacer ruido, sólo: ¡fiu fiuuuuuu!, cuando sus niños se alejaran mucho, o cuando su corazón le dijera, que muchas perlas nuevas brotarían.

Dejaré de volar, de luchar, no iré más contra la corriente,  ¿vale acaso la pena?, cuando me crea arriba, vendrá un ave rapaz y cortará mis alas... mejor me quedo aquí, viendo cómo todas las aves vuelan alto, pero siempre caerán, me he dado cuenta que no hay diferencia, siendo  perdiz o  gaviota, sin importar lo alto de su vuelo, caerán, y todo quedará junto al ruido de las olas, nadie se enterará de que alguna vez tuvieron sueños, cada una con un ideal, que resultó finalmente siendo el mismo,  en donde su altura era medida por sus alas, mientras la fuerza de la perdiz nunca fue contada a nadie, ni la fortaleza que la mantuvo cerca de la roca, sin vacilar más.

Yo la perdiz, me quedo aquí, no intentaré ser gaviota, ni águila, me conformaré con mis pequeñas alas, con mi gordita figura, tan menuda que pasaré sin ser vista, y me acomodaré con mis perlas color tierra, por el sitio donde el depredador pasa, más no seré vista por él, porque mi silencio será como el de la muerte, ni un parpadeo de mis ojos, ni un movimiento de mis alas, será una  lección que mis  hijos aprenderán, no por más largas y grandes que sean tus alas, podrás llegar más lejos de lo que la providencia tenga para ti. Suerte, ha de ser eso, vivir con suerte, esa que a veces nos deja sobre la cuesta, pero al bajar la mirada, sólo un precipicio y muchos cardos espinosos.

No volveré a querer ser gaviota, pues cuando caigan,  el golpe será más fuerte, yo no sentiré cuando caiga, todo será como ver una luciérnaga en la noche, un parpadeo, que ante la luz del sol, se desvanecerá, por eso, me contento con lo que soy, tal vez nunca fui una gaviota, porque el blanco me delataría, siempre fui ocre como las hojas del otoño, siempre fui como las hojas secas, como la tierra, oculta del ruido, apartada del sonido fuerte de la brisa, me gustó ser lo que soy, y no buscaré elevarme más, sólo dejaré que el tiempo pase… ¿puede pasar el tiempo?, no lo sé, lo que sí comprendo ahora, es que tengo muchas pecas en la mirada, y muchas ansias por vivir.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 26/14


 Imagen: Internet
Lo vio queriendo abrir sus alas, pero la providencia permitió que fueran de perdiz, para que pudiera verla en medio de las ramas secas.
Lo vio queriendo abrir sus alas, 
pero la providencia, permitió que fueran de perdiz, 
para que pudiera verla 
en medio de las ramas secas.

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