viernes, 14 de febrero de 2014

EL SEPELIO DE ALEJO

EL SEPELIO DE ALEJO

11 de febrero de 2014 a la(s) 8:41
¡Quién lo dijera!, dicen que el viejo amigo de Enrique y Pedro por más de 35 años, dizque muere a consecuencia del viagra combinado con cerveza, una gran mentira, como siempre,  una bacteria, leucemia, y realmente todos morimos de paro respiratorio, sin importar  más… es la brisa quien determina nuestra vida, si estamos aquí un rato, o no…

Pero nunca hablaremos mal de los muertos, pues ellos merecen un respeto. Camino al cementerio muchas historias, tantos  libros sin escribir se van cada segundo.

El viejo buena gente, no tan viejo, tal vez 65 años bien plantados, porque hasta simpático y gracioso era, tomador de pelo, bailaba delante de todos cuando terminaba algún trabajo y corría a tomarse una de las pastillas que le había regalado mi hermano, que resultaron mejores según él que el propio viagra, algo así como Tampa, traídas de Venezuela, ¿o Trampa?...

Allá iba a reclamar cuando se le acababan, y en medio de bromas pesadas, Pedro, el mismo dueño del gallo de la historia se las compraba.

El cementerio de Soledad da mucha pena, estuvimos afuera esperando que llegaran con el muertico, como decía la gente… un cajón donde no cabía y hubo que cambiarlo, y el resto de historia de buena fe perdida, en medio de charlas oscuras escuchadas, nos pone pensativos con la vida y la gente desagradecida.

Muros de cemento, como colmenas hechas aprisa, sin el respeto merecido, callejones reducidos donde escasamente cabe el cajón, y el problema para voltearlo, mi hermano y mucha gente se encaramaron para desde arriba ver el sepelio  en medio de palabras de un orador que se rebusca con eso, y un vendedor de  butifarra dentro del cementerio. Pero para la gente sin estrato, esto no tiene importancia, me dolió mucho, levantar el cajón vertical para poder ingresarlo al hueco oscuro que le tocó por morada final, hubiese sido mejor una fosa común adornada de árboles, pero aquí todo es miseria y pena.

Nada… de ninguna manera cabía, hubo que quitar las manijas al cajón, con los pies sostenerse de las tumbas  de atrás y después de mucho sacrificio, haciendo palanca y casi destruyendo el cajón, pudo descansar en paz Alejandro, aunque ya a él no le importaba lo que sucediera con su cuerpo, pero sí a su familia que lo amaba.

Quise tomar fotografías  para escribir algo, como denuncia, cuánto dinero se gasta en inventos para justificar obras  que finalmente son para tapar desfalcos y robos, ¡qué triste cementerio!, porque he visitado cementerios que parecen alegres, al menos muchos árboles y flores, pero aquí, todo es tristeza y olvido, la gente de Soledad no lo merece, sus familiares  niños, jóvenes y ancianos deben tener  un sitio mejor, no ese lugar  tan deplorable y triste, que parece un muladar.

Pobres de aquéllos que creen en los estratos… seres humanos simplemente… pero tratados con mucho irrespeto, en una sociedad corrupta que acepta todos los abusos, y sigue proclamando líderes a los mismos que los menosprecian y los tratan después de manera tan cruel.

Flores en jarrones de cristal( botellas plásticas) recortadas con amor, colgadas de una puntilla oxidada, otras secas, como los ojos de los tristes… lápidas escritas a mano:   Siempre esperaré por ti mi muchacho, nunca te olvidaré madre mía, allá vendrán también quienes te robaron la vida, y muchos epitafios, que por respeto no escribí, pero deseo ir de nuevo, para mostrar a todos, como se trata aquí a los pobres, los que dicen que cuando lleguen arriba les regalarán una vida digna  y una muerte igual y les cambian el voto por una teja...

No lloré por Alejo, porque él descansó de su dolor, más sí me quejo amigo, de la gente que discrimina hasta a los muertos.

Sólo descansa en paz…

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, febrero 11/14

No hay comentarios:

Publicar un comentario