viernes, 24 de enero de 2014

HABLANDO CON MAMI

HABLANDO CON MAMI

A veces nos enojan las personas que hablan de Dios… ¿Qué te crees ilusa?... ¿Acaso lo puedes ver?, Él no es nada, ni siquiera es advertido, pero para mí lo es todo, no sería nada sin esa fe que me hace levantar cada día ilusionada.

Las personas van y vienen, se enojan contigo porque quieres reír y que sonrían, porque no puedes expresar lo que piensas a tu manera, y entonces te cierran la puerta en el rostro, pero Él nunca me ha cerrado nada, el universo está ahí ante mis ojos, y cuando los cierro y callo, es cuando más puedo contemplar.

Mi madre también estaba conmigo en todo, ella me enseñó a conocerlo a través de sus dulces manos y de esa mirada abrigadora, de sus cremitas mentoladas cuando estaba con fiebre y dolores terribles, hasta los dolores de amor, los pudo ella calmar.

En el patio, con su pequeño radio mirábamos al cielo, contábamos cada oveja, cada niño, cada ave viajera y nos sabíamos muchas historias, ella declamaba su poesía una y mil veces, y aunque fueran los mismos poemas, nunca me cansaba de escucharla.

Allá va la oveja negra, la persiguen miles de blancas, y hasta veíamos los perritos que las juntaban para que el dragón feroz no las dañara, y al instante, cuando la magia de la brisa invisible, antojadas en que era el aliento de Él, cambiaba el paisaje en un segundo, y sus ojos se ponían brillantes y verdes, y ahí también lo veía, con rostro de mujer.

Ella sabía lo que era hablar con El hombre, y conocía los secretos de la vida. Tuvo tiempo de prepararme para su propia muerte al explicar: hay mucha inquietud al final, no te afanes, hay algo extraño, miradas a un atardecer que tú no podrás ver, y finalmente tal vez ni te des cuenta, en qué segundo, en qué parpadeo invisible, ya no estaré, pero te seguiré viendo, te seguiré escuchando a pesar de que dudes muchas veces, estaré a tu lado, como tu propia sombra, pero sabrás que soy yo, cuando me pienses, y sigas recordando mi sonrisa, en medio de intenso dolor.

Nadie estará de acuerdo con todo lo que pienses, pero no dejes de pensar, sería como si te robaran lo único que tiene valor, el invisible pensamiento de creer en Dios o no creer.

Los amigos vendrán como la lluvia fresca, pero muchos marcharán con la más leve brisa, y no hay afán, siempre estaremos las dos, seremos como una flor en la misma rama, arañándonos de vez en cuando con los tallos espinosos, pero unidas por ese lazo que te hizo hija mía, un préstamo, un regalo, como todos los nacimientos, como cada lirio del valle, y cada hoja del bosque.

Y a ella le creo todo, porque su sabiduría venía del sol, o mucho más allá de todo lo que pienso ahora…

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero23/14

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