martes, 11 de junio de 2013

OJOS DORADOS (111)


OJOS DORADOS [111]

Sobre la cuesta con mis revueltas crines,
quise de la montaña escalar más alto.
Nubes viajeras de trajes azulados, cargaban mis sueños,
y en los cerros, la voz del águila pedía a gritos mis besos.

¡Qué loca y vana carrera!...
Pareciera arrastrar de mis pies las heridas.
Entre las sombras de la polvareda, el tiempo queda.
Sobre los anillos del sol, el aura de un mañana nuevo.
Entre las flores de la enredadera de pequeñas flores
descifrando versos y mieles, el colibrí se amaña.

Aprisa como una loca voy, pero diviso la cuesta.
Temo desbocarme, a veces lo hago,
en mi carrera me sostiene una mano
providencia me abraza.

De nuevo, viendo al horizonte, busco sus dorados ojos
que tejen sobre un inmenso árbol con lágrimas del sauce,
un gran nido, donde quedarán perlas azules
para convertirse en dobles viajeros sin pensamiento,
que surcarán el cielo prometido, en sus mañanas,
al antojo del viento.

Sigo bordando pequeñas letras con malos acentos…
Continúo la carrera de entretejer enredaderas en las ramas.
Entre el junco de verdes inmortales, un toche laborioso,
sobre los almendros, en las vencidas hojas, una guacamaya,
y el iris emplumado inicia la rochela
para llenar el bosque de vida.

Continúo la carrera, voy en picada,
tienen mis ojos el brillo de los amaneceres,
mis labios, el sabor de los tuyos…

Mi corazón el sonido de la lluvia sobre las rocas.
Danzo, corro, palpito con vida nueva
viendo sus dorados ojos aparecer con sus alas abiertas
persiguiendo mi sombra.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, junio 11/13

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