CON
MI SOMBRA [24]
¿Qué me dirás ahora, amigo mío?
¿Están tus manos ociosas
hurgando dentro
del traje de mi madre
por si una esmeralda?
Ya no hay carreras, ni poderes, ni sueños,
pues todos los sueños bajo tierra quedan
y entre mis alares amados,
seguirán
cantando todas las aves,
que
tal vez se multipliquen otro tanto…
Has de contarme como es allá…
¿Hay luces navideñas?... ¿hay café colombiano?
¿Se sirve chocolate espeso a las comadres?
¿Tañen campanas por todos los que marchan?
¿Suenan tal vez, por todos los que llegan?
¡Hoy me duele todo!
Es
un vicio que se ha quedado en mí,
y de nuevo estampo un beso en el espejo
creyendo que estás ahí.
¡Más nada queda!, ¿te has fumado algún cigarro?
¿A tu madre has declamado de rodillas?
Recuerdo de ese ayer, el brillo de tus ojos,
tu cabellera ondulada mecida por la brisa.
La vida es una máscara divina,
con un toque de manos invisibles no seremos,
con una caricia nueva palpitamos,
y otra vez el trigo verde, la ortiga y el llano…
Soy ahora un potro cansado… ¡un viejo potro!
Sobre una gran peña espero hablar contigo.
Deja de sonar tus dientes cascabeles
que no me está gustando ese traje desteñido…
¡Ven un momento!, esto va para largo rato…
Hablaré hoy de las flores rojas, de las azules, las doradas
que como un poema se declaman entre las verdes hojas,
mientras me arropo una vez más,
para
ocultar el rostro y recoger diamantes,
que
se esfuman en mis dedos….
¿Recuerdas de aquélla vez?
Un arma casi estaba sobre mí,
roja sangre que brota de las manos
ha tallado una letra por siempre;
pero en mi corazón dejó una herida incurable
de tan loco frenesí.
¿Qué es la tristeza?... ¿Qué es alegría?
Todo tan fugaz como el paso de la luna,
y tan esperanzador,
si
adivinas el sol entre la nieve…
¿Queda
algo de tantas prisas en la vida?
Me ha donado una imagen tu recuerdo,
todas
las añoranzas de esos amores viejos
que
tienen olor a hierbabuena,
y aquéllas rosas que se fueron sin abrir…
No es momento para seguir llorando.
¿Ves la estrella del sur?... ¡era mentira que venía por el norte!
Está donde no hay esperanza, ahí duelen todas las espinas,
que se clavan una y otra vez al inocente,
¡más nada pasa!
¿Vendrás acaso con él ahora?
Muerte, vida, color… espinas…
Elegías que gritan necedades sobre las montañas:
toma una flauta entre tus labios, y regálame una tonada,
para levantar mis enaguas y danzar
por éste poco que me habita todavía…
¡Pero no lo sé…!, ¿cuánto tiempo tendremos?
Tal vez el suficiente para decir te quiero,
para tomar una mano y pasarla por mi rostro,
saber que esa única línea te preocupa,
entonces, ya no quedará nada para perturbarte,
y la buscarás entre todos los brillos y las sombras,
pero ella estará escondida, brotando manantiales,
componiendo versos para el cielo.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 26/13
No hay comentarios:
Publicar un comentario