YA
NO HAY FRÍO [101]
¡Qué
grande es el amor!
Con
él mis alas cobijo,
ayer
fue un roble
a
quien hurtaron su vida,
quien
a pesar de yerto
regaló
auxilio a un cansado.
Admiro
las blancas sábanas
las
cenizas de un ayer.
Ahí
muchos caminantes fueron,
más
el embate del temblor
nada
fue, ante cálida visión.
Ya
estoy aquí de nuevo…
Me
asusta todo, ¿será que temo al depredador?
Pero
aquí me cobijo, no habrá lluvia,
emito
una oración en mi tibio nicho,
una
guitarra suena, y su eco llama.
¿Eres
tú quien entre el sol declama?
Al
instante, aterido mi corazón;
entre
más temblor más llanto,
pero
un radiante ojo de candente llama
baja
desde el cielo, y me brinda su calor.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
noviembre 9/13
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