NUESTRAS
MANOS [16]
No
fue fácil, ¿acaso nos enseñan a descubrir las espinas que estarán en nuestro
camino sin saberlo?
Pero
ellas no se cansaron, a pesar de las heridas injustas pequeñas semillas fueron
sembradas cada invierno de sus ojos, y cada verano de sus ramas.
Las
manos se acariciaron, se buscaron, se enredaron, y luego... se alejaron...
Por
esas cosas de la vida las semillas fueron y la fortuna de a poco se apartaba,
quedando besos de espuma entre sus alas.
Pero
ellas se contentaban con aprisionar entre sus dedos vanas estrellas, que con
las brisas del tiempo, otro brillo les presentaba.
Se
entretuvieron entre pañales, copos de seda, labios de gasa...
Se
abanicaron sus pechos entre sonidos de corazones tiernos,
se
alzaron para bendecir tan hermosos rostros, tan divinos ojos...
Ya
sin guantes de blanca seda, el tiempo implacable no perdona...
Pequeñas
pecas color de tierra, abrieron heridas nuevas,
para sembrar amores.
Y
el tiempo sigue, con incansable son,
mientras
las dos se entrelazan en oración.
Ya
no hay premura, otro tiempo viene alentador,
otros
cansancios asoman con la vejez,
nuevos
azahares brotan de los naranjales
y
los limonares, ¡parece que están en flor!
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
noviembre 27/13
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