martes, 5 de noviembre de 2013

EL HUMO [124]

EL HUMO [124]

Encendí un cigarro para ver sus prisas.
Entre los colores del sol, parecía un iris,
pero en mi pecho se quedaba el acíbar
que tarde o temprano, me consumiría.

¿Acaso no he de morir en cualquier segundo?
Se fue mi niño quien corría detrás de un sueño,
se fueron a navegar los lirios del bosque
y resucitaron en un lugar nuevo…

El humo seguía elevándose
sus curvas eran sinuosas,
se consumía entre la brisa.
Su instante nació como yo,
a partir de la boca,
para morir también
dentro de un hálito.

Ahora cierro los ojos,
se ha ido, se quedó entre las imágenes,
voló como las aves veraniegas
y me quedé en el silencio de cualquier tarde
con la boca abierta y los ojos viendo al cielo.

Di cuenta que la vida es como un cigarro,
una mortaja sus ocres ramas
que se borrarán en un instante,
siendo un leve parpadeo
con el mágico sonido del tiempo.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 4/13



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