EL
AVE Y EL ROBLE [18]
Un
verso construía el ave
disfrazada
de gris traje,
que
hacía juego con el cielo
y
combinaba perfecto
con
los gajos de un roble.
Recuerdo
flores,
nido
de amores si las hojas caen,
y
ellas, aparecen llenando de brillo y luz el paisaje.
Es un recuerdo a los valientes,
que
a pesar de los vendavales sobreviven.
Se
antoja siempre de la más alta rama…
¡Qué
pequeña pareces mi dulce miel!
Eres
una flor del campo, intocable,
ahí
las breñas más alejadas están,
y
las rocas más perseguidas,
se
ocultan.
¿Eres
gorrión, sinsonte, turpial?
Eres
lo mismo, pues tienes gracia al cantar.
Al
abrir de tus alas ante el sol
alardeas
en ser inmensa,
para
ante la lluvia empequeñecer
y
con tu canto aliviar sin saber
el
cansado viaje del buey.
Y
ahora, si de nuevo advertida
picoteando
pepitas de arrayán estás,
mientras
unos vienen
otros
van por el mundo,
cada
uno en su afán,
pero
el roble más fuerte se torna
sin
importar el vendaval.
Nada
implica, sigues cantando…
Ante las fuertes brisas, una rama soporta.
La
providencia tiene gajos de colores
que
con la lluvia se visten de frutos,
dejando al caminante un lecho
adornado
de flores.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
noviembre 27/13
No hay comentarios:
Publicar un comentario